Opinión

La rumba de la rosa y el parado

Ana Torroja, en los felices noventa del siglo XX, entonaba «una rosa es una rosa», la rumba catalana de Mecano, compuesta por José María Cano, desde una frase de la escritora americana Gertrude Stein. «Un parado es un parado», ya en pleno siglo XXI, parece tatarear el muy valiente informe del Banco de España sobre las consecuencias económicas del Covid-19, emanado de ese intelectual colectivo que es la dirección general de Economía y Estadística, que encabeza Óscar Arce.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España desde la primavera de 2018, conduce la institución con más independencia quizá que cualquiera de sus predecesores, que tampoco se pueden juzgar por el mismo rasero. Muy respetado en Europa, tiene influencia y prestigio en el Banco Central Europeo (BCE) y, aunque a veces irrita al Gobierno, hasta ahora sus opiniones institucionales son escuchadas, lo que no significa que sean atendidas. La independencia del Banco de España se remonta a la época de Felipe González. Luego fue exigencia los tratados europeos que crearon el euro y el BCE, en el que España posee una participación del 9.6981% de su capital a través de la institución que preside Hernández de Cos, lo que le convierte en el cuarto mayor accionista. El origen último de la independencia de los bancos centrales, con el Bundesbank como paradigma, hay que buscarlo –además de controlar la inflación– en el intento de impedir que los Gobiernos de turno utilizaran los tipos de interés en su propio beneficio político. La izquierda radical siempre ha estado en contra, pero las locuras monetarias siempre acabaron en tragedia, en la Alemania de entreguerras, en varios países iberoamericanos y en Zimbabwe como ejemplos extremos. Las broncas entre los bancos centrales y sus Gobiernos han sido históricas, pero con frecuencia –también por el apoyo social– han reforzado la independencia de esas instituciones y la solidez de sus economías.

El Banco de España publicó ayer un informe que muy pocos osarían firmar ahora y, de alguna manera, incómodo para el Gobierno. Sus conclusiones explícitas son brutales y aún más las sugeridas. Las consecuencias económicas del Covid-19 serán tremendas y se esfuma el sueño de una recuperación rápida. El Banco de España, quizá porque la mejor medicina empieza por un diagnóstico acertado y a tiempo, estima que entre afectados por ERTES –diga lo que diga Yolanda Díaz son parados– y autónomos sin actividad hay, aunque sea de forma temporal, 4,6 millones más de desempleados y en total sería cerca de ¡8 millones! Tan real como brutal, porque «una rosa es una rosa» y un parado es un parado. Alguien debía decirlo, aunque el Banco de España no suene como Mecano, ni tampoco haya una rumba de la rosa y el parado.