Opinión

¡TANSTAAFL!, ¡nada es gratis!

Pedro Sánchez, que teme que el Estado tenga problemas de liquidez, juega la poderosa y arriesgada baza de la solidaridad europea. Es imbatible, sobre todo para el consumo interno, no ofrece garantías. Nadie rechaza un «free lunch», una comida gratis, como dicen los anglosajones, aunque también debería estar claro que «nada es gratis». El miércoles pasado, el Tesoro español, que depende directamente de la «vice» Nadia Calviño captó en los mercados –obtuvo prestados– 15.000 millones de euros frente a los 10.000 previstos en principio. Los responsables del Tesoro aprovecharon que los inversores estaban deseosos de prestar dinero a España y no perdieron la oportunidad. Eso sí, hubo que ofrecer más intereses, hasta el 1,25%, un 40% más que a principios de año. La captación de 5.000 millones «extras» solo se explicaría porque el erario público empieza a estar necesitado de liquidez, algo que se confirmaría por los retrasos habidos en los abonos de los recientes ERTEs, los farragosos trámites que exige el ICO para avalar la financiación anunciada a empresas y autónomos y por otros indicios de pagos dilatados. La eficaz acción del del equipo Calviño es quizá en primer síntoma de apuros futuros de liquidez, algo que muchos miembros del Gobierno ignoran, pero que podría ser una realidad antes del verano. España, con la mayor caída del PIB desde la Guerra Civil, todavía tendrá que pedir prestados otros 250.000 millones este año y, aunque el Banco Central Europeo facilitará la mitad, obtener el resto puede ser un calvario, y sobre todo cada vez más caro.

Pedro Sánchez, que es un jugador de órdago y no tiembla aunque arriesga mucho, se ha sacado de la chistera una propuesta, tan atractiva como complicada, de deuda perpetua, además de reclamar a la Unión Europea ayudas en forma de «transferencias» –donaciones o subvenciones para hablar claro– en lugar de préstamos. Los responsables de la Unión Europea volverán a reunirse a principios de mayo y deberán avanzar algo para evitar el colapso económico del sur de Europa, que también supondría un problema para el Norte. La quiebra de Italia y España, por ejemplo, les costaría cerca de 800.000 millones a los bancos alemanes. Habrá dinero, aunque no está claro cuánto ni cuándo. Una parte serán subvenciones, pagadas entre todos y otra parte, sueñe lo que sueñe Sánchez, préstamos que habrá que devolver, sin duda con sacrificios, porque –salvo en los comedores sociales– «las comidas gratis no existen», algo que, antes de que lo utilizaran los economistas, fue el lema bordado en la bandera de los rebeldes libertarios de «La luna es una amante cruel», la novela de Robert Heinlein. Bueno en la enseña lo que estaba era el acróstico de «There Ain’t No Such Thing As A Free Lunch» –«nada es gratis» en inglés»–, es decir, ¡TANSTAFL!