Opinión

Guerrita, Talleyrand y lo imposible

Rafael Guerra, «Guerrita», torero, y el político Charles Maurice de Talleyrand –inauguró el cargo de Primer Ministro en Francia en el siglo XIX–, dos personajes con poco o nada en común, se disputan la paternidad de la célebre frase, «lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible», que ahora algunos aplican a las previsiones de cuentas enviadas a la Comisión Europea por Nadia Calviño y María Jesús Montero.

El Gobierno dibuja un escenario sombrío en el Programa de Estabilidad para 2020, con la esperanza y la promesa de un futuro mejor a partir de 2021. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han decidido –y están de acuerdo es eso– subvencionar a una gran parte de la población española, que podría llegar a ser hasta un 25%, con el propósito evidente de fidelizar a amplios colectivos, funcionarios incluidos, que quedarían rehenes de algún tipo de «maná» gubernamental. «No puede ser que no haya dinero», se ha escuchado más de una vez en la Moncloa estas semanas cuando, a pesar de todo, las ministras Calviño y Montero advertían de la precaria situación de las finanzas públicas, que parecen condenadas a un «rescate» europeo, de la clase que sea, pero que no será gratis.

Los números no mienten. Los expertos, varios socialdemócratas incluidos, apuntan que no existe precedente de que una economía se desplome casi un 10%, como prevé el Gobierno, pero que los ingresos públicos solo caigan la mitad. Si el batacazo es más o menos simétrico, significa que el déficit, en lugar de los 115.671 millones de euros –10% del PIB– podría dispararse hasta el 14% o, lo que es lo mismo, unos 140.000 millones. Son las cuentas que, en privado, circulan por los pasillos de Bruselas, en donde corroboran un 10% de caída del PIB, pero también auguran un déficit desbocado, algo que complicará –por mucha solidaridad que invoque Sánchez– la concesión de ayudas y, sobre todo, a fondo perdido y sin condiciones. La economía española, ahora mismo, es inviable sin el socorro europeo, pero el inquilino de la Moncloa y su pareja de baile, Iglesias, no generan suficiente confianza y sus cuentas y planes mucho menos. El proyecto de renta mínima indefinido chirría en una Europa –salvo el caso finlandés, muy limitado en tiempo personas– que no se lo plantea. España no puede gastar 140.000 millones más de lo que ingresa sin que haya consecuencias. «Lo que no puede ser, no puede ser», lo dijera «Guerrita» o Talleyrand.