Política

La última oportunidad

Lo que no es opinable es que, Divide et impera, frase atribuida al dictador y emperador romano Julio César, es la regla de oro de la estrategia para ganar batallas, guerras, escaramuzas e incluso disputas familiares

Bernardo Lazcano

Desde que se constituyó el actual gobierno de coalición oigo a familia y amigos repetir: “esto es una vergüenza”, “esto no puede durar” “las próximas elecciones se quedan sin votos” … es lógico que piensen así, pero es un Gran Error. La política no funciona así: los partidarios de la actual coalición no ven lo que pasa como lo vemos nosotros, para ellos lo están haciendo bien, mejor que lo hacían los, para ellos, “fascistas, “corruptos de derechas” o “franquistas”, y eso no va a cambiar, aunque lleguemos a los 100.000 muertos por coronavirus o a los 6 millones de parados otra vez; menos aún con la ayuda de los independentistas y de las cadenas de televisión y periodistas afines que cuando hablan saben que están tergiversando la realidad y además se les nota.

Yo he perdido la esperanza de que volvamos a ser un país democrático y moderno porque el camino que llevamos es populista-bolivariano y los que pensáis como yo estáis divididos. Divididos por razones que eran muy serias en su día pero que hoy, tal como se han desarrollado las cosas, carecen de importancia comparadas con lo que está pasando y va a pasar. Podemos circular mil WhatsApp, relatando sucesos escalofriantes, ridículos, amorales, perversos realizados por la pandilla de párvulos indocumentados que nos gobierna, pero no va a pasar nada porque nuestra red social es endogámica, los circulamos entre nosotros, nos indignamos, gritamos hasta la saciedad “Hay que hacer algo”. Estamos de acuerdo en nuestros principios y valores morales, pero a la hora de la verdad estamos divididos irreconciliablemente porque unos somos más de centro, otros del PP de toda la vida, otros reniegan de Rajoy y del PP y otros pasan porque no les gusta ninguno…, todo es opinable.

Lo que no es opinable es que, Divide et impera, frase atribuida al dictador y emperador romano Julio César, es la regla de oro de la estrategia para ganar batallas, guerras, escaramuzas e incluso disputas familiares: Dividir. “Divide y vencerás”. Eso es lo que han sabido hacer los actuales gobernantes con la inestimable ayuda de los que deberían estar gobernando, es decir con nuestra ayuda en una especie de suicidio programado. No hace falta que os recuerde como han ido las cosas desde que se inició la división: perdida de mayoría, necesidad de pactos, apoyo trampa del PNV, moción de censura y nuevas elecciones, ya divididos, que se hubieran ganado, por numero de votos, si se hubiera votado a un solo partido.

Nuestra única esperanza, utilizando un símil mercantil, es una fusión y acudir a las próximas elecciones como una única lista que aglutine los ideales fundamentales de Dios, Familia, Trabajo, Patria, y Derecho y consiga mayoría absoluta que es cerca de 11 millones de votos. Sólo un visionario puede pensar que estemos los 11 millones de individuos de acuerdo en todo, por lo tanto, tenemos que renunciar a parte para conseguir el todo.

Pero para hacer realidad esta entelequia algunas “prima dona” de la política tendrían que renunciar a su “ego” y a esa perniciosa tendencia a estar cargados de razón. La razón no sirve, no es suficiente. Sólo sirve, desgraciadamente, la mayoría absoluta como ya se ha demostrado, pues los contrarios a la estabilidad y al orden, podemitas, indepes, resentidos antisistema y pasotas, saben unirse y cuentan con el comodín oportunista y trilero que actúa, como líder de un partido que fue decente pero cuyos miembros, ahora, callan y otorgan.

Durante años defendí que, aunque el ideario de la nueva derecha fuera la mejor opción conceptual, votarle era equivalente a votar a Podemos porque nunca tendría otro efecto que dividir a los constitucionalistas del centro y de la derecha. Desgraciadamente el tiempo me ha dado la razón, hemos vaciado un caldero para llenar otros más pequeños y en el trasiego hemos perdido gran parte de los escaños que nos pertenecen por número de votos. No creo que nadie lo discuta ya: podrán argumentar motivaciones de honestidad, dignidad, lealtad a sus principios, etc.; Todo esto es respetable, pero el resultado ha sido que el vicepresidente, que manda hoy, es Iglesias y por lo tanto el que decide el futuro de nuestros descendientes.

La próxima vez, si la hay, seamos generosos con nuestros hijos y nietos, aparquemos nuestras diferencias, unámonos alrededor de una opción que sea capaz de cohesionarnos, exijámosle listas con profesionales de prestigio dispuestos a trabajar de políticos y no con políticos profesionales, una única opción para cortar la hemorragia generar una mayoría absoluta con la que no se nos muera el país que conseguimos.

Si no somos capaces, habremos vuelto a fallar y seremos tan responsables como los que ahora nos mal gobiernan, haciendo lo posible para mantenernos divididos.

Será nuestra última oportunidad. No la desaprovechemos.

Bernardo Lazcano es empresario