Opinión

“Pedro Sánchez, El Hacedor de Fases”

Sánchez se siente cómodo en la excepcionalidad y quiere pedir una nueva prórroga que, además, puede no ser la última

La Historia nos ofrece personajes fascinantes, tanto para lo bueno como para lo malo. Lo sucedido la semana pasada y conociendo la trayectoria del presidente del Gobierno hace que no me pueda abstraer del recuerdo de una figura muy poderosa del medioevo inglés que sus contemporáneos denominaron «The Kingmaker» (El Hacedor de Reyes). El único principio que tenía Lord Richard Neville, conde de Warwick, era su propio interés y utilizó su enorme poder y riqueza –era el noble más rico del reino– para derrocar a Enrique VI y sustituirlo por Eduardo IV. Posteriormente le convino reponer al que había derrocado. Todo ello en el marco de la Guerra de las Dos Rosas. Warwick no tenía ningún principio y realizó todo tipo de pactos sin importarle nada. Era generoso con sus amigos e implacable con sus enemigos, brillante y ambicioso hasta límites inimaginables. Y, por supuesto, no perdonaba a los que le traicionaban. Era un gran político, por utilizar la terminología actual, al igual que Sánchez porque tiene una capacidad de resistencia enorme y consigue sus objetivos frente aquellos que dudaban de él. Aunque ahora hay muchos neosanchistas en la izquierda política y mediática. Sánchez es el presidente del Gobierno con mayor poder de la historia reciente de España gracias al estado de alarma y, además, en el PSOE nadie ha controlado el partido de forma más implacable desde su fundación debido al sistema de primarias. No hay ningún contrapeso, como vimos la pasada semana. En medio de un despropósito tan enorme como la posible derogación de la reforma laboral se han producido críticas, pero dentro de un orden, y muchos han acabado comprando que la culpa es del PP porque ha renunciado a ser un partido de Estado. Mientras que Warwick era «El Hacedor de Reyes», Sánchez es el «El Hacedor de Fases» porque graciosamente otorga a sus «vasallos» el privilegio de pasar de fase en fase a su gusto. Y, dentro del despropósito, nos ha anunciado que se pueden acortar las estancias en cada fase y así acelerar la desescalada. El estado de alarma podrá ser mantenido en unos territorios sí, y en otros no. Todo muy esperpéntico pero siempre hay hagiógrafos que aplauden con fervor inusitado las ocurrencias gubernamentales. Por ello, Sánchez se siente cómodo en la excepcionalidad y quiere pedir una nueva prórroga que, además, puede no ser la última. Lo increíble es que algunas formaciones estén dispuestas a apoyarle.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).