Opinión

“Seoane, una fiel letrada del Gobierno”

Su papel en el juicio celebrado en el Supremo contra los cabecillas del 1-O fue muy útil al servicio de su cliente y decisivo a la hora de configurar la opinión que dio lugar al apaño de la sentencia de la ensoñación

Francisco Marhuenda

No dudo de la brillantez de Rosa María Seoane, ya que tiene acreditada su calidad de jurista gracias a la dura oposición de abogada del Estado, aunque cada vez tengo más claro que hay que ser jurídicamente precisos y ponerle su auténtica denominación que es «del Gobierno». Por su parte, la magistrada Carmen Rodríguez-Medel es una jurista de incuestionable prestigio, aunque no guste a la izquierda política y mediática, que mucho Derecho no sabe y le complace más su «uso alternativo». El escrito de Seoane pidiendo el archivo de la causa de la manifestación del 8-M es coherente con su trayectoria al servicio de su cliente, que no es el Estado, sino el Gobierno. Es importante esta matización, porque no es mi intención incomodarla. Estoy glosando sus virtudes y no dudaría en elegirla como abogada. Cuando estudiaba Derecho no me gustaba el penal, aunque ahora me sucede lo contrario, cosas de la edad, y me planteaba los dilemas éticos a la hora de defender determinados asuntos o personas. Uno de mis catedráticos me convenció con algo tan obvio como es que todo el mundo tiene el derecho a ser defendido. Por ello, mi vida docente ha discurrido por el constitucional y la historia del Derecho.

Su papel en el juicio celebrado en el Supremo contra los cabecillas del 1-O fue muy útil al servicio de su cliente y decisivo a la hora de configurar la opinión que dio lugar al apaño de la sentencia de la ensoñación. Fue en contra del criterio de cuatro fiscales de Sala y con la complaciente aquiescencia de una Sala que se quitó un problema de encima. Ahora toca arremeter contra la magistrada porque interpreta que vulnera las normas del cuestionable estado de alarma. Seoane debe defender que no hay alternativa a que nuestra democracia esté instalada en la excepcionalidad. La realidad es que al Gobierno no le ha dado la gana buscarla.

Estamos en la época del pensamiento único. La letrada plantea que es una causa general contra el Gobierno, algo que sorprende con la catástrofe humana y económica que estamos viviendo. Debe pensar que es mejor que lo dejemos «ad calendas graecas» y que ni siquiera podría ser estudiado por los historiadores en el siglo XXII, porque el Gobierno lo ha hecho tan bien que le tenemos que estar agradecido. Seoane merece la gran cruz de Carlos III.