Política

“¿La conspiración contra el 8-M?”

Sánchez ha decidido actuar en solitario buscando adhesiones inquebrantables y no ha querido o no ha podido colaborar con la oposición

La propaganda es uno de los aspectos en los que resulta admirable la eficacia de la izquierda. Desde el siglo XIX hasta nuestros días ha conseguido apropiarse de algunas palabras que resultan enormemente atractivas. Durante el periodo isabelino, Salustiano Olózaga, un político corrupto y corruptor, fue uno de los avispados promotores del Partido Progresista y con alguno de sus camaradas se enriqueció con la Desamortización.

El término progresismo, por eso saco a colación al pícaro Olózaga, que era de familia acomodada con pretensiones como es habitual en la izquierda, ha sido siempre muy grato para este colectivo político al igual que el radicalismo, la revolución y tantos otros que han llegado a nuestros días o han incorporado a lo largo del tiempo como el feminismo, cuando el sufragismo estaba lleno de mujeres conservadoras y liberales, o el ecologismo.

Ha tenido un odio irracional a la Iglesia y, posteriormente, a la Monarquía, como sucedió en el 31, porque es un impedimento a su deseo de cambio de régimen. La izquierda, algo que diseñó con habilidad el comunismo soviético, ha dominado el mundo intelectual, artístico y periodístico. No es casualidad su habilidad a la hora de «asaltar» la Universidad y su especial interés por las Facultades de Ciencias de la Información.

Ahora tenemos una nueva campaña alrededor del 8-M, como si cualquier crítica a la gestión del Gobierno social-comunista estuviera motivada por un odio al movimiento feminista. Nada más alejado de la realidad. Una vez más asistimos a la apropiación indebida de ideas y planteamientos que nos conciernen a todos por un interés estrictamente sectario y partidista. Les incomoda a los neosanchistas que se critique la gestión del Gobierno durante la pandemia, pero en cambio cuestionan el derecho de los afectados a acudir a los tribunales como está sucediendo en toda Europa.

Sánchez ha decidido actuar en solitario buscando adhesiones inquebrantables y no ha querido o no ha podido, no hay que olvidar tanto a sus socios de Podemos como a sus aliados independentistas, colaborar con la oposición. Lo sorprendente es que rechazan que se cuestione lo que ha pasado y no lo entiendo porque si se ha hecho bien no hay nada mejor que dar explicaciones.

La reacción ha sido la «contraprogramación» nauseabunda con algo tan doloroso y terrible como las muertes que se han producido en las residencias madrileñas sólo para desgastar a Ayuso y su gobierno.