Opinión

Fenomenología

El prefacio al «Neues Organon» (1764) de Johann Heinrich Lambert plantea serias cuestiones respecto a la verdad, una de las cuales relativa a si se puede ofrecer la verdad bajo la máscara del error. Preocupante posibilidad que llevó a Lambert a ofrecer respuestas, una de ellas es la Fenomenología, que destina a la distinción entre la verdad y la apariencia. Kant advirtió en 1770 en una carta personal a Lambert, haciendo una llamada a una ciencia filosófica, «phaenomenologia generalis», determinante de validez y límites de los principios en la sensibilidad; en sus «Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza» (1786) procede a ello estudiando sus características en relación de los sentidos externos. En 1807 Hegel retomó el término en un concepto nuevo y mucho más amplio y la fenomenología se convirtió en «ciencia de la experiencia de la conciencia», es decir, la dialéctica de la experiencia o «el devenir de la ciencia en general del saber».
Actualmente Husserl y sus numerosos discípulos han creado una escuela particular. Los fenomenólogos parten de Husserl, de modo que la abordaban en su máxima generalidad, compleja y variada como se aprecia en la larga historia de este movimiento escrito por Herbert Spiegelberg. En la literatura filosófica, a partir de Edmund Husserl, se usa el adjetivo fenomenológico casi siempre en relación con la filosofía o de algunas de las variedades, pero siempre en el marco de la filosofía.
Y ello es así porque esta explicación de la Fenomenología se encuadra en el seno de los movimientos espirituales «innovados» por los pensadores de la contemporaneidad. La cultura ha sentido siempre la necesidad de determinar su sentido a la luz de las más altas formas de la razón y valores supremos, pero al mismo tiempo ha buscado en la experiencia contacto con la realidad y con la «naturaleza», y su desarrollo y renovación, siempre en el campo de la filosofía, en el ámbito del racionalismo filosófico empirista. En la época contemporánea se ha venido imponiendo con tono polémico un decidido empirismo, tanto en las estructuras –religión, arte, ciencia, etc.– como en el mismo pensamiento religioso. El empirismo ha tomado forma frecuentemente extremista y dogmática hasta terminar en el «intuicionismo» de Bergson o en el existencialismo. La actividad psicológica, el empirismo del yo, con la consiguiente irreductibilidad a valores y formas universalistas racionalistas violentamente opuestas a la razón universal, incluso como principio mismo de lo concreto, con el triunfo del derecho experiencial, dándose al torrente de mercados de las experiencias incontroladas, defendiendo su valor como verdad filosófica.
Ha intentado salir de esta antinomia la Fenomenología, reconociendo la experiencia como valor de verdad filosófica, reconocimiento a la experiencia, libertad, autonomía y fecundidad, trasponiendo la experiencia misma al plano de la trasparencia.
La Fenomenología ha querido ser, pues, experiencia, sin empirismos, sin psicologismo y, en particular, ha procurado evitar cualquier tono irracionalista. Hegel, en la «Fenomenología del Espíritu», describió las etapas seguidas por la conciencia individual, considerada en sí y en consecuencia al margen, fuera de cualquier acepción empirista-psicológica. Igualmente, Schelling, en la «Exposición del Empirismo» apunta a que el inicio filosófico debe ser la descripción de las estructuras implícitas en el «hecho» empírico, si bien deben quedar, en la finalización, insertas en las ideas de la razón absoluta. En Hegel hay mucha más viveza, sensibilidad y amplitud de horizontes, en consecuencia, mucho más aproximación a la Historia que a la Filosofía. La herencia hegeliana ha sido recogida por un grupo de ingleses, entre los que destacan Green, Bradley, Bossanguet y Baillie, que, sobre presupuestos metafísicos derivados de Hegel y con una gran dosis liberal, desarrollan importantes tesis penetrantes de la experiencia vivida, tanto individual como histórico-cultural, sirviéndose postulados metafísicos, más bien como vía que como correctivo de las investigaciones de un empirismo extremo. En Francia, las escuelas históricas no alcanzan en este terreno importancia, mientras sí lo hacen en las escuelas históricas alemanas.
En conclusión, el verdadero creador de la Fenomenología ha sido Edmundo Husserl (Prossnitz, 1853 – Friburgo, 1938), de la escuela de Franz Brentano y Carl Stumpf, fundador del movimiento fenomenológico, uno de los movimientos filosóficos más influyentes del siglo XX. Entre sus seguidores se encuentran Johannes Daubert, Jean Paul Sartre, José Ortega y Gasset, José Gaos… Elaboró una nueva psicología que llamó «empírica», si bien caracterizada por el principio de la intencionalidad.