Opinión

Regreso a 2014 y a 2006

Pedro Sánchez habla de «reactivación» y de «recuperación» en La Rioja en donde el dinero público alquila la voluntad del lendakari Urkullu y procura despejar el apoyo a unos Presupuestos que valen otros tres años largos de estancia en La Moncloa. «Reactivación y recuperación» en un escenario dantesco con el mayor batacazo económico en dos siglos, solo equiparable a los peores días de la Guerra Civil. «Es la dulce necedad de las palabras», reza el verso de la joven poeta Rocío Acebal en sus «Hijos de la bonanza», último premio Hiperión.

La bonanza es historia y pasado. Las tripas de los datos del PIB del INE detallan la tragedia que se esconde tras el desplome económico del 18,5%, muy superior al de Francia, Italia y Alemania, como si España fuera una especie de Sísifo, condenado para la eternidad a subir una piedra a la montaña y verla volver a caer hasta el suelo cuando estaba a punto de lograrlo. Los 244.874 millones de euros del PIB del segundo semestre son la cifra más baja desde el primer trimestre de 2006, hace nada menos que catorce años. Hay otras formas de contemplar los datos del drama económico, que tampoco esta vez ha sido –todavía lo es– igual para todos. Entre abril y junio, el conjunto de asalariados españoles percibieron en total 93.270 millones de euros, un 16,3% menos que en el trimestre anterior, en el que también cobraron menos que en el precedente. Esa cifra de sueldos y salarios es la menor desde el cuarto trimestre de 2014, lo que significa que los trabajadores por cuenta ajena han retrocedido seis años en un suspiro, sin esperanza de recuperar lo perdido en un horizonte creíble. También en el trimestre pasado, los empleados de la Administración Pública vieron reducidos sus ingresos un 4,4%, algo que se explicaría no por bajadas salariales, sino por factores que afectarían a la situación –no renovaciones en bastantes casos en los días del confinamiento– del personal contratado. En lo peor de la Gran Recesión, la remuneración de los empleados públicos llegó a bajar hasta un 13,15% en 2012, mientras que ese mismo año los asalariados del sector privado «solo» perdieron un 4,87%. Las cifras no mienten y la pandemia castiga sobre todo a la actividad privada, asalariada y empresarial, sin que la «reactivación y recuperación» que predica Sánchez parezcan tener todavía la fuerza necesaria, «pero al menos sabemos que podemos resistir», escribe la poeta Acebal, hija de una bonanza perdida. Regreso a 2014 y 2006.