Opinión

Señor equis

El ex letrado de Podemos, Calvente, denuncia ante la Guardia Civil que en la formación morada podrían haberse dado, de una manera organizada, presuntos delitos susceptibles de ser encuadrados como administración desleal y financiamiento ilegal del partido. Glups. ¿Será posible que aquellos que afirmaban venir a salvarnos de la corrupción se hayan convertido tan rápido en neocasta? Siempre me maravilla la velocidad con la que suelen corromperse muchos seres humanos en cuanto entran en contacto con algún tipo de poder; sea podemos, pudimos o pudiéramos. En la formación morada, aquellos que delataban un fondo filosófico totalitario lo mostraban enseguida de una manera inconsciente en su retórica. Iglesias y Monedero solían usar verbos y sustantivos belicistas para hablar de cosas que siempre han de realizarse pacíficamente. Decían que había que «asaltar» el poder, que ellos iban a ser la «tumba» del capitalismo. ¿A santo de qué ese lenguaje de violencia para hablar de cosas de administración? Desprendía un aroma a guerracivilismo, a rancios y bárbaros años treinta. Otro momento paralelo formidable fue también la declaración de bienes de los diputados que sus señorías tuvieron que hacer cuando llegaron al Congreso. En los días anteriores, Iglesias acababa de satanizar a Albert Rivera, entonces líder de Ciudadanos, llamándole «amigo de los bancos» y «servidor del IBEX 35». Curiosamente, en la declaración obligatoria sobre los bienes de cada uno, Iglesias tuvo que reconocer que tenía 127.000 euros en sus cuentas bancarias mientras que Rivera solo tenía 6.000. Vaya por Dios. ¿Quién estaba aquí en mejores términos de confianza con los bancos? La retórica de Iglesias siguió siendo, a pesar de ello, atolondrada y dionisíaca, arrinconándose cada vez más a sí mismo. Ahora parece que existen presuntas malas prácticas en Podemos y, dada la concentración de poder que se ha dado en la formación, todo apunta hacia la misma persona. Él mismo gustaba de usar expresiones como «señor equis» para insinuar capciosamente responsabilidades que resultaba difícil creer que desde el mando se desconocieran. ¿Iglesias, entonces, señor equis de lo suyo? A ver cómo explica que lleve esa cruz encima.