Opinión
Pero Grullo: mejor cobrar algo que nada
Carmen M. Reinhart (La Habana, 1955), economista jefe del Banco Mundial, cree que «la recuperación será un camino largo y tortuoso». Las tribulaciones de Pablo Iglesias con los enredos económicos de Unidas Podemos, cada vez más turbios, legalidad al margen, distraen la atención, como también la estancia del rey emérito en los Emiratos Árabes Unidos. Pedro Sánchez cierra filas con su socio de Gobierno, pero celebra su calvario mediático como si le hubiera tocado la primitiva del verano. La debilidad de Iglesias es fortaleza del inquilino de la Moncloa. No deja de ser una perogrullada, pero Iván Redondo, el protoasesor presidencial, sacará petróleo político de ella. Reinhart, cubano–estadounidense, adquirió notoriedad porque tras la Gran Recesión de 2008 publicó, junto con su colega Kenneth S. Rogoff, un estudio económico con un título sugerente: «Esta vez es distinto: Ocho siglos de necedad financiera». Explicaban que todas las debacles financieras de los últimos 800 tenían su origen en la acumulación excesiva de deudas. También constataban que, en todos esos siglos, los diferentes gobernantes y expertos siempre alegaban, para justificar las deudas crecientes, que «esta vez es diferente». La Gran Recesión confirmó que, sin embargo, nada era distinto. El origen de la crisis actual no es económico. El responsable es un virus, todavía indomable, pero el mundo entero –y España sobre todo– han reaccionado con una acumulación de deuda sin precedentes, que nadie sabe cómo se pagará, porque esta vez –aunque pueda parecerlo– tampoco será diferente.
Las empresas españolas también están mucho más endeudadas –en más de 50.000 millones– de lo que lo estaban antes de la pandemia, según los datos del Banco de España. Era inevitable. El problema es que pueden surgir dificultades de liquidez y alguien tendrá que decidir qué proyectos son viables y cuáles no. Los expertos de la institución que gobierna Pablo Hernández de Cos creen necesario un procedimiento administrativo ágil de quita de deudas y que los acreedores lo acepten, porque también seria bueno para ellos. La disyuntiva es cobrar algo de la deuda o nada. El gran escollo suele ser la Administración, que debería colaborar a agilizar los procesos. No sería fácil. Las distintas Administraciones Públicas son las primeras que cobran en los procedimientos contra los deudores. Por eso, con frecuencia –y por el temor de los funcionarios de turno– rechazan quitas de deudas que darán oxígeno a empresas con el argumento de que, aunque tarde, conseguirán cobrar sus deudas. Es un error, porque las Administraciones también pueden quedarse sin cobrar en el caso de muchas quiebras que podrían evitarse con quitas de deudas. Tampoco esto y esta vez es diferente. Pero Grullo lo tendría claro: Es mejor cobrar algo que nada.
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