Opinión
Negacionistas
El negacionismo, fea palabra de feo significado, es un comportamiento muy humano, y bastante penoso. Es negar la evidencia porque conlleva verdades perturbadoras que nos empujan a actuar. A nivel personal hay bastante gente con este patrón. Gente que, incluso, llega a negar sus sentimientos más íntimos para no comprometerse. El negacionismo grupal viene de la unión de individuos que luchan contra el trauma de un cambio. Se trata, en definitiva, de dar la espalda a la realidad para sentirnos reconfortados. Es una mentira como otras tantas. El problema es que cuando se decora con teorías e intereses espurios puede hacer mucho daño. Y ahí está ese grupo de kamikazes negando que exista el coronavirus. Desde indigentes a gobernantes, lo estamos viendo, juegan con su propia vida y, mucho más grave, con la vida de los demás. He escuchado a los negacionistas de aquí atentamente y me parecen muy torpes. No hilan, se contradicen. Hablan desde documentos pseudocientíficos. Tratan a los demás como culpables de todos sus males. Resulta tan cómodo como infructuoso creer que uno es íntegramente inocente de lo que ocurre, que la culpa la tiene Bill Gates o el chino de la esquina. Porque si yo no soy responsable soy impotente para actuar. Y son peligrosos los que niegan la evidencia porque contagian. Porque es duro para cualquiera mirar de frente las cosas terribles, como esta pandemia, y no zozobrar en miedos y sospechas. Es duro aceptar lo que ocurre y asumirlo. Es decir, arremangarse y ponerse a trabajar. Enfundarse la mascarilla, aunque agobie. Quedarse en casa, aunque sea mejor ir a bailar. Armarse de valor para poder ayudar a los más frágiles. Transformarse positivamente desde la afirmación de una desalentadora realidad.
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