Opinión
Pereza legislativa
Ya se habrán dado cuenta de que en las últimas semanas se ha puesto de moda la palabra «gobernanza». El primero en usar y abusar de ella está siendo el presidente de gobierno. No me parece mal. No deja de ser siempre sano reconocer la realidad. Ya que no hay gobierno, al menos que haya gobernanza. El problema es que, claro, Sánchez fue votado para ser presidente de Gobierno, no de la gobernanza. Si en lugar de eso lo único que quería es explorar lo bonito de la gobernanza, creo que debía haber avisado de ello a los que le votaron porque quizá, de saberlo, hubieran votado otra cosa. La palabra lleva en el diccionario más de veinte años y la podía haber usado perfectamente en campaña.
En la situación actual, la gobernanza no es más que un gobierno acomplejado, un gobierno que ha querido trasladar la responsabilidad a otros (sean los jóvenes, los ayuntamientos o las comunidades autónomas) e irse de vacaciones. O sea, una coartada para la pereza legislativa. La gobernanza es un propósito bienintencionado, perfecto para las promesas, pero gobernar es algo más serio. No es este momento de promesas, sino de medidas urgentes. Por el momento, con su decidida apuesta por la semi-presencialidad en la escuela, Díaz Ayuso le ha tomado ventaja a Sánchez. Lo ha pillado de vacaciones con el pie cambiado y se le ha adelantado. Porque la gente lo que quería saber era qué iba a pasar con sus hijos el primero de septiembre y conocer los preparativos de posibles alternativas. En la Comunidad de Madrid, se presentó al menos un proyecto; habrá quien esté de acuerdo y quien no con su línea, pero como mínimo ofrecía una dirección y ponerse ya a hacer cosas. Lógicamente, las demás comunidades se han puesto a rebufo enseguida. Queriendo dar cobertura con su gobernanza a las particulares decisiones de las autonomías, Sánchez probablemente ha hecho bien, pero ha visualizado claramente su debilidad, con un gobierno que reina, pero no gobierna. Díaz Ayuso lo ha puesto en evidencia y Sánchez no se lo perdonará. Tengan por seguro que pronto se recrudecerán los furibundos ataques sobre ella. Y ya verán como el sanchismo no dirá entonces ni pío de aquella seráfica cogobernanza que reclamaba.
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