Opinión
Negro sobre blanco
Las pasadas semanas hubo un momento general incómodo cuando en varios casos se dieron resoluciones judiciales que contradecían las disposiciones sanitarias. Un médico nos decía que no fumáramos para combatir el Covid y un juez nos decía que podíamos hacer lo que quisiéramos. ¿Fue una inesperada batalla entre togas negras y batas blancas? No. No hay antagonismo, sino simplemente dos maneras diferentes de acercarse a lo que son los mismos objetivos de la vida humana. En las batas blancas, el objetivo primordial es salvar la maquinaria biológica. Para conseguirlo, las batas son intervencionista en conducta, nos dicen que comportamientos hemos de seguir y cuales no. Como no pueden obligarnos, los médicos son unos grandes chantajistas emocionales y nos dicen que, si no hacemos lo que ellos dicen, nos moriremos. Eso, que habitualmente era una decisión individual, se convierte por el coronavirus en una controversia colectiva. Es entonces cuando han de entrar en escena los jueces para poner un poco de orden. Como son todos humanos -los médicos y los jueces- no hay nadie que sea infalible y tanto a unos como a otros se les puede escapar en cualquier momento un disparate. Lo que pasa es que, quizá por el miedo a la muerte, tenemos más tendencia a creer ciegamente en la infalibilidad de los médicos que en la de los jueces. A un juez lo perdonamos que reconozca no saber de algo; en cambio, si un médico reconoce ignorancia casi lo miramos mal como si debiera ser expulsado de su profesión. En el fondo, estamos entrando en la eterna controversia entre desorden e injusticia sobre la que reflexionó Goethe a raíz de contemplar un episodio de linchamiento en Maguncia. Goethe dijo que prefería cometer una injusticia a soportar un desorden. Parece ser que ese sería el punto de vista en general que suscribirían también los médicos. Pero se podría entender también perfectamente que a veces fuera preferible cierto desorden general que soportar injusticias. Primero habría que establecer bien las definiciones de «desorden» e «injusticia» con conceptos válidos, no definiciones vagas y referencias difusas. Por eso precisamente deben estar por encima de todo los jueces para aclararlo.
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