Opinión

El Gobierno y la amenaza del caos

Edward Lorenz (1917-2008), matemático y meteorólogo del archifamoso Instituto Tecnológico de Massachusetts, fue el padre de la llamada «Teoría del caos», esbozada por primera vez en un artículo en 1963. Defiende, según una de sus formulaciones más divulgativas, que «el débil aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas». Una variante, más sofisticada pero igualmente atractiva, que también incluye en el problema a los fractales, apunta que, en determinadas situaciones, todo tiende a desordenarse hasta que el caos es tan grande que, de forma natural, todo vuelve a ordenarse, aunque sea de forma parcial. La pandemia no cesa en España. El Gobierno de Sánchez ha hecho dejación de las funciones que tanto utilizó para que ahora actúen, y apechugen con las consecuencias, las Comunidades Autónomas. Tampoco saben qué hacer, pero ninguna reclamará el Estado de Alarma y mucho menos que el Gobierno central vuelva a asumir el mando, aunque acepten rastreadores, incluso militares. El independentismo catalán, menos de izquierdas en teoría –los herederos de Pujol, para simplificar– se pelean y se dividen y subdividen como células, algunos camino de un tamaño microscópico. Sánchez necesita a Ciudadanos para alumbrar unos Presupuestos sin los que las soñadas ayudas europeas no llegarán. Los escuderos de Iglesias amagan contra cualquier acuerdo con Arrimadas, imprescindible por otra parte para la supervivencia y la estabilidad del Gobierno de coalición en el que está –y no abandonará, pase lo que pase, por voluntad propia– Unidas Podemos. El PP de Pablo Casado, que no puede salvar a un Gobierno de Sánchez-Iglesias, se enreda con sus propios juguetes, mientras Vox, además de hacer el ridículo con una moción de censura anunciada con meses de anticipación, no deja de ser una pesadilla que dura ya demasiado. No está claro que todo esto sea el caos que intentó entender Lorenz, pero sin duda se le parece mucho. Por eso, quizá falte poco para que todo –o al menos una parte importante–, ante la imposibilidad de que aumente el caos, empiece a ordenarse poco a poco. El laberinto catalán –es lo que escribiría ahora Gerald Brenan– puede ser todavía más enrevesado, pero todo sus protagonistas están condenados a encontrar a su propio Teseo si de verdad quieren ir hacia la salida. Iglesias y los suyos, débiles pero en el poder –que es lo único que les importa, como a casi todos–, amenazan a Sánchez y en definitiva a todo el país con el caos si no se les hace caso, pero también conscientes de que no pueden romper la cuerda. España tiene que presentar en octubre a la Unión Europea los planes de inversión y reforma para incorporarlos a los Presupuestos y poder acceder por fin a los míticos 140.000 millones de ayudas. El Gobierno y la amenaza del caos. Veremos.