Opinión
Stop odio
El odio es un sentimiento que, para definir sus matices, necesita muchas palabras. Sus diversas y complejas gradaciones requieren un gran abanico de verbos, sustantivos, adverbios y adjetivos. Se puede detestar, se puede aborrecer y uno puede incomodar, molestar, fastidiar, hasta el punto de provocar enfado, ira o indignación. Muchas veces, los prejuicios y las creencias son el motivo en que se basa el odio. Pero el odiador sufre él mismo en sus propias carnes el efecto del odio porque, como enfadarse provoca estrés y crispación, el efecto excesivo de esa emoción daña el sistema fisiológico. Los líderes de opinión, los líderes políticos pueden ser una extraordinaria fábrica de odio. Si eso se cruza con esa moda faltona de internet que han difundido los nuevos medios de comunicación digitales, el odio puede mezclarse con la mala educación de una manera cercana al asco. El tiempo de los «haters» mezclado con el tiempo de los políticos demagógicos construyó una bomba comunicativa; lo hemos podido comprobar en los últimos años viendo como se nos venía en cima un verdadero alud de mentiras y ataque repugnantes, fuera de toda medida. Se han satanizado colectivos, se han connotado personas, se ha culpabilizado alegremente a gente digna que no había hecho nada y a ello han contribuido muchas veces pequeñas y oscuras instituciones regionales que obedecían a criterios muy locales y caciquiles de venganza política.
El Covid ha provocado un renacimiento de la solidaridad o, al menos, de la preocupación por ella y por su importante papel. Eso ha frenado un poco la moda de la pedagogía del odio. Por eso tengo una enorme curiosidad por ver cómo enfocarán mañana los separatistas su diada de Cataluña. Todos los años la convertían básicamente en una celebración que orientaban hacia el odio a lo ajeno. Pero, como ahora lo que nos espera a todos es una carnicería en términos sociales que va a afectar con despidos al mundo entero, odiar al vecino no da réditos en este momento. Si quedar para odiar en grupo ha perdido su emoción, entonces ¿para que quedar? ¿para intercambiar virus? Que hagan la Diada por Zoom, como hacemos todos, y que así ellos se lo pasen bien sin molestar a los demás.
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