Opinión

«El más sólido de la Moncloa»

Iván Redondo, jefe de gabinete de Sánchez, protoasesor y algo así como un vicepresidente sin cartera pero más poderoso, es un estajanovista del trabajo. Ese es su gran secreto, además de sus habilidades y su intuición. Para unos es un genio político, para otros un Rasputín moderno. Escrutador de la política americana, sobre todo en tiempos electorales, Redondo seguro que ya tiene encima de la mesa la recién aparecida biografía de James A. Baker, jefe de gabinete de los presidentes Ronald Reagan y Bush padre y legendario director de cinco campañas electorales, además de secretario el Tesoro y de Estado. «El hombre que dirigía Washington», es el título sugerente de un libro de 720 páginas, escrito por Peter Baker y Susan Glasser, que también es un tratado de supervivencia política, que Redondo devorará con pasión y en el que, sin duda, hallará ideas e inspiración.

Ayer, Iván Redondo, mientras el Tribunal Supremo dictaba la sentencia que inhabilita a Qim Torra y con todos pendientes del choque de trenes –más político que sanitario– Gobierno-Comunidad de Madrid, se reunía virtualmente desde la Moncloa con medio centenar de miembros de la patronal catalana Fomento del Trabajo, que preside el siempre hábil Josep Sánchez Llibre. La mano derecha de Sánchez, al estilo Baker con Reagan y Bush, dijo a los empresarios que «habrá presupuestos», aunque haya quien no sepa cómo serán. Pivotarán sobre dos ejes, la incorporación como ingresos de los fondos europeos y una estabilidad fiscal sobre la que no ofreció más pistas, aunque significaría primero crecimiento y luego reforma fiscal. Redondo dejó un mensaje enigmático sobre los apoyos que precisa el Gobierno: «Antes de que haya presupuestos, alguien puede equivocarse de camino». De trato cordial y sonrisa tan permanente como enigmática para muchos, también se ofreció como interlocutor: El que tenga un problema real, que llame, trasladó a los empresarios, que quedaron satisfechos por la puerta abierta. «Habla con más solidez que el presidente», dicen, y alguno acota: «en el teatrillo de la Moncloa, es el mejor actor, el más sólido».