Opinión

Vagancia legislativa

Si es usted uno de los madrileños que volvió ayer a la capital después de haberse escapado tres días para airearse déjeme que le diga, con todo respeto, que no hizo bien. Sé que estamos hartos y estresados con todos los contagios a nuestro alrededor; con las ominosas amenazas de pobreza económica; con los casos particulares de paro y despidos que se extienden por todos los sectores. Sé también que lo que más nos pide el cuerpo es un momento de respiro, de fugarse de todo e irse a un sitio solitario para centrarse en que seguimos respirando. Es humano y normal, pero hay que resistir. Estamos en una carrera contra el reloj hacia el momento en que exista una vacuna y el virus decaiga. Cada día que ganamos estándonos quietos, nos acerca un poco más a esa meta. Ahora bien, salir quizá haya sido un error, pero no se me ocurriría culparles de esa equivocación. Porque cuando pedimos a la gente que se confine, todos aquellos que difundimos ese mensaje (políticos, técnicos, opinadores, comunicadores) lo que estamos haciendo es pedir responsabilidad a la sociedad civil. Y para hacerlo, lo primero es crear unas condiciones de unanimidad. Eso solo se consigue promoviendo instrucciones que sean únicas, claras e iguales para todos. Si el llamamiento se hace con órdenes mal hechas, impugnables, creará discrepancias, sentencias adversas, contraórdenes, dando lugar (que es lo que ha pasado) a un panorama de confusión donde finalmente el público, no sabiendo a quien hacer caso, termina siguiendo sus apetencias y yendo a la suya.

Es preocupante comprobar como el equipo de asesores jurídicos de una comunidad regional acierta más que el de el gobierno del Estado. La sentencia del tribunal madrileño señalando que el ordenamiento jurídico no permitía tomar esas decisiones pone de relieve la endeblez jurídica del ministro Illa. Por amor propio, para tapar la improvisación, hay que soportar ahora un estado de alarma. Hace cinco meses que su gobierno prometió dotarnos de la legislación preventiva necesaria, pero se fueron de vacaciones dejando una desescalada desorganizada. Si se hubieran quedado a redactar la ley sanitaria correspondiente no habría hoy tantos madrileños sintiéndose prófugos.