Opinión
Presupuesto goma y orgía de gasto
María Jesús Montero, ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, ha conseguido –a la tercera– presentar unos Presupuestos Generales del Estado que sustituirán a los todavía vigentes de Montoro, los más longevos de la democracia. Las cuentas de Montero garantizan a Sánchez su continuidad en la Moncloa, pero nacen más que cojos y obligados a ser de goma, es decir, muy moldeables. El rebrote vertiginoso de la pandemia lo trastoca todo y las previsiones sobre las que se asienta el Presupuesto de Montero –al margen de los derrapes populistas para calmar a Iglesias– son ahora ensoñaciones que dejan sin valor todo lo demás, aunque eso no mitigue la orgía de gasto público anunciada a bombo y platillo y con Iglesias de corbata.
Una sola frase, inadvertida para muchos, en la página 97 del llamado Libro Amarillo –síntesis de los Presupuestos– resume casi todo: «El Presupuesto consolidado de gasto asciende a 530.484 millones de euros». A esa cifra habría que añadir el gasto no contabilizado de Comunidades Autónomas y de Ayuntamientos, con lo que el total superaría los 600.000 millones de euros. Ya en 2019, el gasto de todas las Administraciones llegó a los 523.441 millones y este 2020 superará los 575.000 millones, cifras en cualquier caso mareantes y de difícil comprensión para la inmensa mayoría. En los más de 600.000 millones de 2021 están incluidos –ojo a la comparación– los 26.634 millones que se prevé que lleguen de la Unión Europea y por los que pelean todas las Comunidades Autónomas para pulírselos a su antojo. El incremento espectacular del gasto se justifica –incluso para los más ortodoxos– para evitar el colapso económico, pero tan importante es cuánto gastar como la manera de hacerlo y hay dos caminos: subvenciones o inversión pública productiva. La primera son subsidios, con frecuencia populistas, que generan adicción y quizá votantes cautivos. La segunda es una vía para crear empleo. Todo indica que estamos más cerca del subsidio que de la inversión, receta infalible para un fracaso histórico. Presupuesto de goma y orgía de gasto.
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