Opinión
Paletos (perdón) y desinformados
Mario Conde, personaje de ascenso meteórico y caída estrepitosa al principio de los años noventa del siglo pasado, que también coqueteó con la política, advirtió en cierta ocasión que «es difícil convivir con la crítica». Tampoco parece fácil ahora para el Gobierno de Pedro Sánchez, que ha cogido un berrinche con las críticas/observaciones a los Presupuestos del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, y de la presidenta de la AIREF, Cristina Herrero, entre otros, casi al mismo tiempo que alumbra un fantasmal plan, llevado al BOE en forma de Orden, para controlar lo que en la Moncloa llaman «desinformación» y que desprende un desagradable tufo autoritario, con aromas de censura. La democracia se asienta sobre la crítica, el respeto a todas las opiniones y la libertad de información. El intento del Gobierno de decir cuál es la verdad evoca tiempos pasados y regímenes superados, de tintes orwellianos y tan deseados por nostálgicos de dictadores de derechas como por los que, Iglesias entre ellos, sueñan con una versión digital y siglo XXI del leninismo.
Al mismo tiempo, la Ponencia de la Ley de Educación, alumbrada por Isabel Celaá, ha aprobado que el castellano deje ser lengua vehicular en las Comunidades con lengua propia, con el voto de los «indepes» y la reveladora abstención del PNV, de miras más amplias. En la práctica, pretende erradicar el castellano de Cataluña, lo que no deja de ser, entre otras cosas, una paletada –quizá expresión de un complejo–, sobre todo para quienes tienen la oportunidad de dominar, de forma natural y sin esfuerzo, un idioma hablado por 550 millones y, junto con el inglés y el chino, uno de los tres más importantes del mundo. Renunciar al bilingüismo con el castellano desde la infancia es cercenar oportunidades, personales y profesionales, en aras de un independentismo –siempre respetable– que a menudo se asoma al abismo de un absurdo del que no dirá nada la Comisión de la Verdad de Sánchez. Convivir con la critica «es difícil», también en democracia que, como dice Biden, «a veces requiere paciencia». Paletos y desinformados.
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