Opinión
Callados y sumisos
Varios artistas han sido insultados públicamente por expresar su disconformidad con cierto pacto del gobierno que consideran una traición a los propios votantes del PSOE. Pitingo, hijo de un guardia civil y una gitana, ha tenido que salir a la palestra y explicar por qué sentía que tenía que denunciar el pacto de Bildu con quién prometió hasta la saciedad que jamás pactaría con dicho partido.
Ha habido también una oleada de mensajes de apoyo al artista en redes sociales por su valentía y sinceridad después de una explicación directa y sencilla en la que denuncia la falta de libertad en la que vivieron él y su familia por el terrorismo etarra y que jamás había hablado de política, pero que los últimos acontecimientos le han llevado a hacerlo pese a que, como él dice, «me da la sensación de que en este país no se puede hablar».
Son muchos los que opinan que ETA no dejó de matar por convicción moral, sino por estrategia. Por eso su entorno continúa sin condenar la violencia, porque reconocen su utilidad.
La buena noticia es que el Parlamento Europeo ha pedido que se tomen todas las medidas necesarias para evitar que las víctimas del terrorismo sean humilladas en actos como los homenajes a etarras que se han producido en los últimos años. Pide que «las instituciones pertinentes», a nivel local, autonómico o estatal, «proporcionen las salvaguardias necesarias para evitar que se produzca una victimización posterior derivada de humillaciones y ataques a la imagen de las víctimas por parte de sectores sociales relacionados con el agresor».
José Manuel Soto ha sido aún más tajante: «nos quieren callados y sumisos (…) se les llena la boca hablando de progreso, de libertad, de derechos, y solamente nos traen enfrentamiento y ruina. Para ellos el progreso consiste en lo que están haciendo: manipular la información, silenciar al disidente, blanquear el terrorismo, corromper la justicia, enfrentar a la gente, intentar implantar un pensamiento único, tratas de desmembrar el país y empobrecerlo, asfixiar al contribuyente, adoctrinar a los niños en los colegios y acabar con la libertad. Que no te engañen y sobre todo que no te callen». Dicho queda.
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