Opinión

Stop violencia

El Papa Francisco ha sido claro en esta semana de erradicación de la violencia contra la mujer: «A menudo las mujeres son ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse… Si queremos un mundo mejor, que sea casa de paz y no patio de guerra, debemos hacer todos mucho más por la dignidad de cada mujer».

La estrategia de amor-odio que puede crear en cualquier persona dependencia y baja autoestima, es maltrato psicológico y suele derivar en maltrato físico después. No existe un determinado perfil. Hoy somos un poco más libres, tenemos más información, ayudas, comprensión, y muchas asociaciones que apoyan y defienden a las víctimas de malos tratos.

Deseamos que toda mujer, cuyas heridas del alma le han hecho insensible a los golpes, se arme de valor, se llene de fuerza y decida poner fin a esa relación que nada tiene que ver con el amor. Que sepan que ni ellas son culpables, ni los agresores son imprescindibles. Que tienen que denunciar todo tipo de violencia. Que no estarán solas. Que el miedo y la tortura sólo se mantendrán si se quedan con su agresor. Que sean valientes y denuncien. Sólo así podrán iniciar el camino hacia su libertad. Sólo así, podrán dejar atrás la fuente de su sufrimiento. Porque para avanzar, también hay que dejar atrás personas cuya misión en nuestra vida se extingue, igual que deseamos que el año acabe.

Nos toca de nuevo recordar que nuestra valentía, compromiso, libertad, esfuerzo… nos deben llevar a esa libertad, que ojalá también puedan vislumbrar las mujeres de países en los que su dignidad no cuenta. En los que son mutiladas genitalmente, vendidas, explotadas sexualmente… Aquí seguimos denunciando el maltrato, las desigualdades, las discriminaciones… y a pesar de los esfuerzos para la eliminación de la violencia contra la mujer, siguen existiendo demasiados casos de mujeres maltratadas e incluso asesinadas. Pero los numerosísimos actos que en todo el mundo se suceden en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo nos llenan de fuerza y son un impulso para igualar oportunidades en la vida política, civil, económica, social y cultural. Es esencial que sigan desapareciendo las desventajas y que sigamos empoderándonos.