Opinión

Despropósitos

El «Black Friday» (o viernes negro) ha coincidido con la muerte de Maradona. Dos acontecimientos sociales con una repercusión universal, casi escandalosa y obscena. Confieso que, a pesar del bombardeo publicitario, no he comprado ni un clavo en las rebajas del «Black Friday» ni he leído un solo comentario sobre la muerte del futbolista argentino y sus circunstancias. Me he negado a ello a pesar de mi conocida afición al fútbol desde mi más tierna infancia, o precisamente por eso. Uno es del Atlético, pero eso no tiene nada que ver en esto. Lo del invento comercial del «viernes negro» procedente de Estados Unidos, como el «Halloween» de hace un mes y el «Papá Noel», vestido de coca-cola, que viene ahora, forman parte, lo mismo que la estúpida impregnación inglesa que padecemos, de una deprimente y sumisa colonización cultural, cada vez más visible en los escaparates y en los medios de comunicación.

La cobertura informativa sobre la muerte, líos y honras fúnebres de Diego Armando Maradona, un personaje peculiar, sin ningún mérito ni atractivo conocidos fuera del campo de fútbol, sino todo lo contrario, me ha parecido atosigante e insoportable. Periódicos que presumen de seriedad y de libro de estilo riguroso han dedicado al astro argentino más páginas que si se hubiera muerto el Rey, el Papa o el Presidente del Gobierno. ¡Tres días de luto oficial en Argentina! A mí me ha dado vergüenza ajena y no tengo más remedio que decirlo. Estamos ante un tipo con extraordinarias virtudes futbolísticas, que ganó un campeonato del mundo, aunque fuera metiendo un gol con la mano, pero con escasas virtudes humanas demostradas. Un mal modelo para las nuevas generaciones. Se ha ido con fama bien ganada de drogadicto, borracho, mujeriego, caprichoso, egocéntrico, maltratador y, por si fuera poco, amigo de dictadores. ¡Un angelito! Un pobre diablo exaltado como un dios.

Lo del «Black Friday» tiene, por lo visto, su origen inmediato en 1961 en Filadelfia. Fue una expresión de cabreo de los policías encargados de ordenar el tráfico en las calles abarrotadas con motivo de la avalancha de las rebajas, aquel viernes de noviembre, al día siguiente a la fiesta de Acción de Gracias. Hay quien sostiene que, en realidad, el «viernes negro» viene de más atrás y hace referencia al día de las rebajas en el mercado de esclavos. Un buen día para morirse Maradona, esclavo de sí mismo y en rebajas.