Opinión

Resulta que El Cid no es de derechas

Las estatuas caen sobre el asfalto frío. Los cabezones, como Pablo Iglesias, don erre que erre, insisten en derribar gigantes, reyes y plebeyos, con el arma de la estupidez, menos algunos a los que les vendría bien un lavado de estómago, he ahí al Che, del que todavía no se ha hecho una serie, o una película, con la verdad, en la que habría que avisar que está basada en desechos reales. Al contrario que «The Crown». Tantos asesinatos y tanta homofobia para zurcir camisetas. Como si uno llevara a Mussolini en el pecho creyendo que es Jesucristo. La serie sobre el Cid viene ahora a reivindicar que su figura es de todos, que el Cid no sería franquista –como si pudiera serlo en el siglo XI, aunque ya se sabe que Franco fue un vampìro que luchó contra los moros y que sigue reencarnándose en quien rechiste contra este Gobierno– y por lo tanto se salva de una exhumación urbi et orbi para descuartizar después los versos con la Tizona. Tiene que ser una serie la que despeje del imaginario el término facha de quien fue un revolucionario. Acabáramos. La peor censura es que los libros de Historia se quemen por falta de lectores. Qué más da Menéndez Pidal o Alberti, cantores del Cid, si nadie los conoce. Los libros que no se leen son montañas de basura espacial. Están ahí pero no los vemos. Y así, los ideólogos nos cuentan un resumen con su versión de los hechos. Colón fue un genocida abrevia Colau, y por ahí. Los ministros y sus altavoces sueltan latiguillos que se digieren por pereza. Carmen Calvo quiere expatriar los restos de Azaña, ¡hazaña!, y se lanza a loar al que fuera presidente republicano como Francisco (el Papa) cuando toca subir a un santo a los altares. Azaña fue también responsable de lo que habría de venir. Parece que la Guerra comenzó por aburrimiento. Estaría bien que cada palo aguantara su vela. El Cid hasta anteayer hablaba con el soniquete del Nodo porque a la mayoría no le cayó en el temario y le bastaba con la fornida imagen heteropatriarcal de Charlton Heston en 1961. Casi todos los héroes españoles están a la espera de una película que resucite su orgullo. Pero ser español no cuenta en los puntos de las subvenciones.