Opinión

La atención

Doy por sentado que, en el día de hoy, todos ustedes ya habrán enviado su carta a los Reyes Magos. Como sus majestades vendrán este año con mascarilla –y no mascarilla de belleza, precisamente– se agradece que la tradición obligue a mantener con ellos la distancia en esta noche señalada para así respetar el adecuado confinamiento de seguridad. La pena es que eso nos impedirá poder preguntarles algunas cuestiones candentes, sobre las cuales, sin duda, serían las personas más capacitadas para ilustrarnos. Son preguntas como, por ejemplo, si este año ellos también son eméritos o si, ya que ellos vienen de Oriente, en su trayecto se han cruzado por casualidad con nuestro antiguo rey (en este caso, Mago de las finanzas) que precisamente, en moderno intercambio cultural, lleva estas Navidades su alegría a Oriente.

El castellano, que es una lengua maravillosa, heredera de sabiduría antiquísima, tiene una expresión muy pertinente para la entrega de regalos a los que llama «tener una atención para con alguien». Un buen regalo, un regalo acertado, lo que demuestra es que hemos estado atentos, hemos prestado atención a los anhelos, las necesidades, los obstáculos y las circunstancias singulares de la persona receptora, cosa más que fundamental si se trata de alguien a quien queremos.

Por edad, yo ya hace años que solo le pido una cosa a los Reyes Magos: un mundo y una sociedad mejor, más justa, menos perjudicial y más libre. Quizá es porque he tenido hijos y solo me queda en la vida preocuparme por legarles un futuro superior. Como ya me he convertido en una persona de costumbres, repito ese ruego cada año por estas fechas. Usando los cimientos de sociedad democrática que, tras siglos de fracasos, hemos conseguido por fin (cimientos fundamentales a los cuales contribuyó de manera decisiva nuestro actual rey emérito con su monarquía parlamentaria) cada día estamos más cerca de ese objetivo. Solo por eso deberíamos tener ya una atención para con él. Pero lo cierto es que parece como si a veces nuestros políticos, a la luz de los sensacionalismos y demagogias, solo conspiraran cada año para fastidiarnos trayéndonos una palada más de carbón.