Pascua Militar

Entre Menorca y Gibraltar

Ayer se celebró la tradicional recepción de la Pascua Militar en el Palacio Real, presidida por el Rey como «Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas», según establece la Constitución. Es una ceremonia que hunde sus raíces en la misma historia de España. Como sabemos, esta fiesta fue instituida por Carlos III en 1782 para reconocer a los Ejércitos la conquista de la plaza de Mahón, que culminó la reconquista de la isla de Menorca «cedida» al Reino Unido por el Tratado de Utrecht en 1714, junto a Gibraltar. Qué distinta la suerte de la isla respecto al Peñón, que hace una semana era reconfirmado como propiedad británica de manera indigna.

Las ceremonias que conmemoran hechos de nuestra historia son también contraste entre ese pasado que se recuerda y el presente, tan evidente en esta ocasión. Pero esa antítesis no acaba en Gibraltar y Menorca y, así, mientras el Rey felicitaba la Pascua a nuestros Ejércitos recordando que la Constitución es «fuente de legitimidad para todos los poderes del Estado y a todos obliga incondicionalmente», el consorcio del Gobierno se descolgaba con un manifiesto abogando por una «república plurinacional de democracia directa».

Así vivimos una Pascua Militar con el contraste existente entre Menorca y Gibraltar: el que hay entre una monarquía parlamentaria y una república plurinacional, reivindicada penosamente desde las filas políticas del Gobierno. De conmemorar una gesta patriótica en Reyes, tras vivir una rendición con armas políticas y bagajes en Nochevieja.