Pablo Iglesias

El mapa roto

En esta evidente recomposición del mapa político roto, se observa, tras estos años de anormalidad, un moderado regreso al bipartidismo

El mapa político ha saltado por los aires. La derecha, la izquierda y no digamos el centro aparecen en recomposición. Las nuevas fuerzas –Ciudadanos y Podemos–, que venían a regenerar el sistema y la vida pública, están en descomposición. En realidad, todo está patas arriba en España. La anormalidad, no sólo por la pandemia y sus demoledores efectos económicos y sociales, es lo normal desde que Pedro Sánchez ocupa La Moncloa después de abrazarse, en aquel gesto forzado para la foto, con Pablo Iglesias. Lleva razón Ortega y Gasset. Se ha demostrado que nada se parece tanto al combate cuerpo a cuerpo como un abrazo.

Somos un pueblo que no escarmienta de sus errores históricos. Los dirigentes políticos actuales han pretendido con éxito momentáneo volver a enfrentar a España en dos bandos irreconciliables. Y en esas estamos, en pleno frentismo dialéctico, sin tener en cuenta la advertencia de Ortega de que «ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser imbécil». Pero es manejando esa forma de hemiplejia moral como funciona aquí todavía la política. La fuerte tracción desde los extremos por parte de Podemos y Vox contribuye a tensar la cuerda y alienta esa hemiplejia moral y esa manifiesta imbecilidad.

Me parece que esta tensión inútil, el mal gobierno y la debilidad de la oposición, perdida en rencillas particulares, han conducido a la presente situación de desconcierto. Las elecciones del 4 de mayo en Madrid pueden ayudar a recomponer el mapa político tanto en la derecha como en la izquierda. ¿Seguirá en el PP la tracción de Vox? ¿Seguirá en el PSOE la tracción de Podemos? ¿O habrá un corrimiento de las dos principales fuerzas hacia el centro vacío buscando lindes de entendimiento por el bien general? En esta evidente recomposición del mapa político roto, se observa, tras estos años de anormalidad, un moderado regreso al bipartidismo. Para eso faltan dos cosas: que Podemos quede reducido a la minoría comunista anterior y que el núcleo fuerte de Vox, de inequívocas convicciones democráticas, regrese, tras esta exitosa aventura fulgurante y pasajera, a la casa común de donde partió.

Si se cumplieran estas condiciones y el PP ganara con holgura las elecciones de Madrid, Pablo Casado tendría mucho más porvenir político que Pedro Sánchez, que aún debe dar cuenta de la desastrosa gestión de la pandemia.