Cataluña

Negacionalismo

«En Cataluña tenemos ahora un gobierno legítimo pero no representativo»

Se ha cumplido ya un mes de las elecciones regionales en Cataluña y tenemos las cifras de contagios y el efecto de aumento de casos en esos días. Las cifras son normales y afortunadamente no ha habido una incidencia notable en la difusión del virus. Una muestra de la mala conciencia que queda por haber convocado esos comicios en medio de la tercera ola de coronavirus es que, a la vista de las cifras, enseguida han aparecido los corifeos nacionalistas diciendo que esos números demuestran que se podían celebrar perfectamente sin peligro.

Hombre, claro; esos cerebros privilegiados no mencionan que esos números se deben a que la mitad de votantes del censo fue más responsable que los políticos y decidieron no acudir a las urnas, quedándose en casa. Gracias a eso y a las medidas profilácticas hemos conseguido que las cifras de víctimas no aumentaran esos días, pero no precisamente debido a los políticos de un sesgo ideológico concreto.

El problema que se ha provocado ahora en Cataluña no es ese. El gran problema es que, debido a esa deserción de la mitad del censo electoral, tenemos ahora un gobierno legítimo pero no representativo. Y, con un gobierno que no representa la voluntad de la mayor parte de los catalanes censados como votantes, va a haber que tomar decisiones importantes nada menos que durante los próximos cuatro años.

La última votación verdaderamente representativa consiguió convocar casi el 80% del censo. La de febrero solo atrajo un poco más del 50%. Dos millones y medio de catalanes pasaron de ir a votar. ¿Nos hemos de creer que el gobierno no lo previó? ¿Vale la pena entonces poner las responsabilidades administrativas en manos de una gente con tan poca capacidad de previsión? Todos sabemos que esto no es más que la enésima hipocresía sobre el problema de representatividad que se arrastra en Cataluña hace años. Los separatistas no quieren resolverlo porque así pueden aparecer más grandes de lo que son. ¿A dónde conduce finalmente ese negar a la mitad de la propia población? Pues a ninguna parte, que es exactamente a donde han ido los independentistas toda la última década.