Política

El dañino silencio de la ministra Darias

La Agencia Europea del Medicamento se volvió a ratificar el pasado viernes en sus análisis anteriores: los beneficios de administrar AstraZeneca son muy superiores a los riesgos

El gobierno está ocultando algo en relación a las vacunas. Cuando se suspendió la aplicación de la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca, se aseguró a los dos millones de personas que habían recibido la primera, que se ofrecería, en un plazo breve, una solución que estaría basada en los informes de los expertos.

También se afirmó que había aún tiempo suficiente para tomar una decisión antes de que se cumpliesen las fechas previstas para la segunda inoculación. Sin embargo, desde la semana pasada se están cancelando miles de citas a personas que esperaban la vacunación definitiva. Tres meses después de haber recibido la primera dosis, los plazos se han sobrepasado y la ministra no ha aportado alternativa alguna.

La Agencia Europea del Medicamento (EMA) se volvió a ratificar el pasado viernes en sus análisis anteriores: los beneficios de administrar AstraZeneca son muy superiores a los riesgos y los casos de trombosis relacionadas con la vacuna tienen una escasa prevalencia de 1 caso por cada 100.000 personas.

La agencia va más allá, recomienda terminar el proceso de vacunación de los que han recibido AstraZeneca con la misma vacuna antes de que transcurran 12 semanas desde la primera dosis. Sin embargo, las autoridades sanitarias españolas se empecinan en mantener su silencio.

Lo primero que debería hacer la ministra es explicar porqué después de atribuir la espera a los informes de la EMA, ahora se obvian. Si el ministerio dispone de otros datos que difieran de los recogidos por la Agencia Europea, debería hacerlos públicos con la máxima celeridad.

En caso de que estén esperando nuevos informes alternativos, deberían aclarar varias cosas. Lo primero, qué razones han generado la desconfianza sobre las recomendaciones de la EMA. Y, en segundo lugar, debería dirigirse expresamente sobre este asunto, porque es desconcertante que, sin razón aparente, en algunas ocasiones se cumplan las instrucciones de la EMA a pies juntillas y otras, como en este caso, se obvien.

Si de lo que se trata es de alguna guerra económica que se está librando en el sector farmacéutico o entre la Unión Europea y AstraZeneca, se terminará descubriendo y eso exigirá responsabilidades de quienes han antepuesto lo político o los intereses económicos a la salud pública.

También podría ocurrir que se haya diseñado una estrategia consistente en estirar las dosis de vacunas, de manera que si se administra solo una dosis a cada ciudadano, con las dos millones que quedarían pendientes de aplicar, se vacunaría a otros dos millones de personas diferentes y el titular sería que han conseguido la inmunidad de rebaño.

Pero sería altamente arriesgado hacer eso porque no hay certeza sobre la duración de la inmunidad después de las 12 semanas. Peor sería administrar la segunda dosis con otro tipo de vacuna, cuestión que ha sido desaconsejada desde diversos foros científicos.

Cualquier opción es un desastre y la ministra debería explicar claramente qué es lo que está sucediendo porque, al final, será la cabeza de turco.