procés
Cazar moscas con miel
Estamos ante una decisión grave y controvertida, cuyas consecuencias están por verse
Viene a decir el presidente Sánchez, a propósito del conflicto de Cataluña, que más moscas se cazan con un tarro de miel que con una azumbre de hiel. Esa es la razón de los indultos a los políticos sediciosos. La generosidad del Estado demostrará así su fortaleza y servirá para apaciguar la situación y atraer a muchos ciudadanos a la buena causa. Argumenta que, sacando a los presos de la cárcel, mejorará el clima social, llegará la reconciliación y será posible establecer un diálogo provechoso entre los representantes del Gobierno central y la Generalidad. Se renuncia, pues, a la estricta aplicación de la Justicia, un camino que ha conducido, según el actual inquilino de La Moncloa, a un callejón sin salida, fomentando el vivero de moscas independentistas, y se abre la puerta al entendimiento político.
Es, sin duda, un argumento poderoso, capaz de hacer cambiar en poco tiempo el pensamiento del propio presidente del Gobierno, que pensaba hace nada lo contrario, de enfrentarse al contundente dictamen del Tribunal Supremo, de actuar en contra del criterio de la Oposición, de las figuras históricas del socialismo y de la opinión general, y de poner en un compromiso al mismo Rey de España. Esto indica que estamos ante una decisión grave y controvertida, cuyas consecuencias están por verse. Lo que para los defensores de la medida es una prueba de la fortaleza y magnanimidad del Estado, para los detractores de la misma es un signo clamoroso de debilidad, de la que los secesionistas sacarán provecho en la mesa de negociación. El futuro está escrito en el aire. Dependerá, sobre todo, del comportamiento de los indultados. Dejémoslo así.
Andaba yo dándole vueltas a este endemoniado enredo cuando han caído en mis manos los «Proverbios morales» de Alonso de Varros, un escritor español del siglo XVI, poco conocido, y me ha parecido que algunos de esos pensamientos venían como anillo al dedo. Por ejemplo, éste: «No dará consejo sano el que su interés procura». Aquí campea la sospecha de que Pedro Sánchez actúa así para asegurar su estancia en La Moncloa. O sea que con los indultos se estaría encubriendo, según los mal pensados, un vicio con otro vicio. O este otro: «No hay carcoma que así coma como mala compañía». En eso andamos. Y ayer en torno al Liceo de Barcelona, mientras Sánchez ofrecía el tarro de miel, zumbaban los moscardones.
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