Irene Montero

La ley sí, sí, sí…sí…Sí… Síiiiiiiiiiiiiiiii

La norma propuesta por Montero era una chapuza en opinión de muchos, empezando por los socialistas y por supuesto en el ámbito jurídico: mal redactada, impulsiva, inexacta, imposible, peligrosa…

Yo crecí en la moral del lenguaje “sucio” donde muchas personas de mi generación disfrutaban al escuchar y plantear alocuciones impúdicas o no del todo decentes durante la intimidad. “Te voy a destrozar, te vas a enterar…” eran discursos que se aceptaban de buen grado por parte de un caballero…”Llámame perra, dale duro …” son solo algunos ejemplos convencionales que una mujer normal, incluso muy educada (quizá a más educación, más necesidad de desinhibición y más dirty talk…) podía exclamar en la horizontal. Por supuesto, también había quienes preferían frases románticas o confesiones de amor eterno, o una sabia, disparatada y artística mezcla de ambas letanías porque el sexo era hasta ahora espontáneo, creativo… Para unos y otros, escribo esta columna, hoy que se aprueba la Ley del Sí y sólo sí.

¿Ustedes señoras dicen que sí todo el tiempo “SÍ, sí, sí…sí…Sí… Síiiiiiiiiiiiiiiii”? ¿Hasta el final? Pues hacen bien, es lo más seguro, cívico y legal en estos tiempos y sus compañeros de sábana se lo agradecerán.

La norma propuesta por Montero era una chapuza en opinión de muchos, empezando por los socialistas y por supuesto en el ámbito jurídico: mal redactada, impulsiva, inexacta, imposible, peligrosa…

Imaginen amigos varones, o ustedes, amorosas madres, piensen que uno de sus jóvenes e inexpertos hijos una noche se va a la cama con una amiga, lo pasan bien y cada mochuelo a su olivo. A los dos días llaman a su puerta y es la policía que viene a detenerle por un delito de violación.

No hay pruebas, no existe un parte de lesiones, no hay nada que pueda confirmar qué existió ningún tipo de abuso. Sin embargo, la gachí sostiene que en ningún momento de la noche confirmó con un sí explícito y sonoro la relación con ustedes (o que sólo accedió con un sí a la primera parte del acto, o quizá a los tres cuartos…) y que por ello no accedió a la relación sexual completa. Alega que sintió confusión y que por eso permaneció callada, estaba aturdida y no puso empeño en zafarse de la intimidad corporal. Y que por lo mismo no hay pruebas físicas, ni psicológicas, ni verbales de delito.

El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, se mostró muy crítico con la redacción de la norma en su momento y dijo que técnicamente no era viable. Sus palabras molestaron al ex ‘macho alfa’ del gobierno, Iglesias, que llegó a acusarlo indirectamente de “machista frustrado”, ¿recuerdan?. Un año después, parece que se han puesto de acuerdo en el Consejo de Ministros que desea cambiar el mundo, comenzando por nuestros genitales.

Las redes sociales llevan mucho tiempo con la coña del consentimiento sexual sí o no. La mayoría, como es lógico se ríen del hecho surrealista de que fuera de un sí explícito, renovado cada… ¿cada vez que cambiamos de postura?, estamos hablando de una violación: bajo esa máxima, esta vuestra cronista favorita, y ustedes señoras, habríamos sido violadas incontables veces, y ustedes, señores míos, de acuerdo a esta legislación serían violadores hasta que no se demuestre lo contrario.

Uno de los aspectos más criticados de la nueva ley ‘sí sí sí sí sí’ es la definición del consentimiento. «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona», dice la legislación, pero, amigos ¿a qué se refieren? ¿cómo se establece qué es consentimiento y qué no?

Como dice una amiga muy claridosa en su perfil de Facebook (que es donde se toma el pulso a la sociedad). “Si estás con una tía que te mete la lengua hasta la campanilla, te acaricia, te araña, te mordisquea, gime, jadea, pone los ojos en blanco, te coge la **** y la introduce en su cueva de placer; aunque no diga “sí” es que quiere tema”. Pero_ esto es mío_ ¿Y si cambia de idea? ¿Y si está indecisa o turbada (un estado estéticamente muy próximo a la excitación sexual, al menos en mi caso)? ¿y si es inmadura, imbécil o simplemente una cabeza de chorlito*?

A modo de prevención, más vale conocer bien los unos y las otras con quién se ayuntan; pero ustedes amigos… De momento pasan la noche en la cárcel y no sería descabellado que con arreglo a estos tiempos kafkianas les condenen a 20 años de prisión, porque aquí y ahora, los hombres son culpables de todo lo que ocurra hasta que no se demuestre lo contrario. En la España del siglo XXI los hombres heterosexuales van camino de ser encerrados, si no en el trullo, en el armario y bajo llave.

Nota aclaratoria para mensos: Por supuesto no estoy criticando el feminismo, ni la integridad e inviolabilidad de las mujeres, sino la reforma del código penal en unos términos en los que queda sujeta a interpretaciones inestables y arriesgadas.