Meghan Markle

Meghan Markle o el triunfo de una arribista

Tras casarse con el simpático Harry, los dos han conseguido provocar un auténtico terremoto que demuestra que una arribista lista y ambiciosa puede poner en graves aprietos a la Corona británica.

El mundo de los arribistas ofrece un abanico interminable y es apasionante, porque no es privativo, además, de un género. Es una forma de utilizar rápidamente el ascensor social por medio de los encantos masculinos o femeninos. Hasta no hace demasiado tiempo, los matrimonios en las dinastías se realizaban utilizando, dicho irónicamente, el Gotha porque no estaban permitidos los matrimonios desiguales.

Los reyes o reinas, estas en menor número, tenían amantes que pertenecían a familias de la nobleza, la burguesía e incluso de la plebe, pero, por supuesto, no se casaban porque el matrimonio era una cuestión dinástica y formaba parte del juego de equilibrios y poder internacional. No había amor y en las escasas ocasiones que surgía era una vez celebrado el enlace.

Hasta con los Reyes Católicos se produjeron algunos enlaces con familias de la alta nobleza, pero siempre era mejor algún miembro de familias reales. El propio Fernando el Católico era hijo de Juan II de Aragón y de Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla y con sangre real, por supuesto, en sus venas. Los matrimonios con la alta nobleza siempre eran poco recomendables, porque se daba demasiado poder a una familia. Se fue extendiendo la necesidad de no hacerlo.

Los amantes reales, fueran hombres o mujeres, recibían sabrosas recompensas y dignidades. El cine, las series y las novelas no han disminuido el fervor por los títulos nobiliarios. Millonarios estadounidenses casaron a sus vástagos con representantes de grandes familias empobrecidas de la aristocracia europea. Grace Kelly, que además de actriz era hija de un nuevo rico, pegó un auténtico braguetazo casándose con Rainiero, soberano de un mini principado que parece salido de una película de Hollywood.

Y como gran arribista tenemos ahora a la polémica Meghan Markle, una mediocre actriz, famosa por la serie Suits, que ha conseguido coronar, nunca mejor dicho, el sueño de casarse con un auténtico príncipe. Hija de una familia desestructurada ha conseguido entrar en los Windsor, la familia real más desestructurada del mundo y que más que una dinastía es una auténtica «industria» de las relaciones públicas, el entretenimiento y los escándalos.

Convertida en duquesa de Sussex, tras casarse con el simpático Harry, los dos han conseguido provocar un auténtico terremoto que demuestra que una arribista lista y ambiciosa puede poner en graves aprietos a la Corona británica.