Carles Puigdemont
La humillación del Estado
Que ahora se afirme que para solucionar el «conflicto político» de Cataluña es preciso darle una respuesta adecuada a la situación legal de Puigdemont y el resto de fugados, prófugos de la justicia, demuestra el nivel de indecencia política a la que hemos llegado. Así que unos gobernantes y dirigentes políticos consuman un auténtico golpe de Estado al frente de la Generalitat saltándose para ello todo el orden constitucional, que de haber tenido éxito hubiera significado la ruptura de la unidad nacional española, y resulta que el Estado tiene la obligación de resolver ese «conflicto político» creado. Y para ello, hay que facilitar a quienes dieron ese golpe y se fugaron, que puedan regresar con total libertad y tranquilidad, como ya lo están quieres fueron juzgados, condenados e indultados sin expresar el más mínimo arrepentimiento por la acción cometida.
A Puigdemont y sus acompañantes no consta de momento que haya que resarcirles de su forzado exilio con las oportunas indemnizaciones y homenajes, pero todo se andará. Que Sánchez siga durmiendo en La Moncloa es un bien superior que tiene un precio. En este caso, el de la humillación de España y su Estado democrático y de Derecho hasta que en una próxima ocasión se repita la aventura y tenga éxito, en cuyo caso la mitad de los ciudadanos de Cataluña serán los que deberán exiliarse.
La Historia de España es pródiga en episodios de deslealtad y traición como éste. El último fue en 1934 , y precipitó la Guerra Civil.
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