Esperanza Aguirre

Ágape por la caída de Aguirre

Pero Aguirre, que siempre le ha echado mucha jeta a todo, no sólo no esconde la cabeza, sino que todavía se siente en condiciones de dar lecciones a su partido

En la última polémica que rodea a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre no hay agentes de la UCO ni sobres ni «manzanas podridas» sobre las que desviar responsabilidades. Por no haber no hay ni las firmas de alféreces que la eximan de culpa ante los tribunales. En este PP de Madrid, el que viene del nuevo PP, dicen, implorando a los cielos, que la «turbia» venta del cuadro de Goya puede ser «lo que por fin la haga caer».

Están en la razón cuando subrayan que una ex ministra de Cultura y ex presidenta de la Comunidad de Madrid tiene el deber de conocer que la ley la obliga, ante una joya nacional, a facilitar al Estado el derecho de tanteo antes de iniciar cualquier operación personal de lucro. Ni la ignorancia ni la no ignorancia la eximen de responsabilidad en la operación bajo investigación, y en la que entran en juego todos los elementos de las corruptelas al estilo película de Torrente. Ella puede decir que es otra campaña de la izquierda, pero en su partido no pasan por alto el golpe en la puerta de Sotheby’s, la mediación de la ex jefa de conservación del Museo del Prado, para que autentificase que era un cuadro de Goya a fin conseguir más beneficio, que en la consejería de cultura estuviese entonces Ignacio González, y que en la venta del cuadro por parte de Aguirre y marido se cuele como personaje secundario el empresario con el que entonces la Comunidad de Madrid estaba en tratos por la operación Canalejas. Es curioso que ignorar lo que se tenía obligación de conocer fue útil para incrementar notablemente el lucro personal, desde la confianza ciega, como siempre, en que todo iba a quedarse en casa. Quizás el elemento más chusco es que hasta en las familias de abolengo se la juegan entre ellos a lo mafioso cuando por medio hay dinero: el origen del chivatazo que compromete a la ex presidenta está en el hermano del marido.

Pero Aguirre, que siempre le ha echado mucha jeta a todo, no sólo no esconde la cabeza, sino que todavía se siente en condiciones de dar lecciones a su partido. «Haber tenido a cinco miembros de tu Gobierno en la cárcel sí que es toda una anomalía democrática, aunque insista en ver la paja en el ojo ajeno». Los «chiliquicuatres» a los que señala la tienen enfilada y más vale que se ande con cuidado porque los «niñatos» ya no se callan y le cantan las cuarenta, incluso aunque ella sea la anfitriona.