Salario Mínimo

Salario Mínimo Interprofesional (SMI): de 1963 a 2021

¿Hay algún enlace con aquello que creó «la España del milagro» en los años 60 y el nacimiento del SMI? Desgraciadamente, no da la impresión

De pronto, me vino el recuerdo, tras haber leído en la prensa lo señalado por el Gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, en Barcelona –en una sesión del IESE Business School, el pasado 17 de septiembre–, donde expuso los obligados enlaces que existen entre una subida reciente del SMI, con una serie de realidades obligadas para mejorar la coyuntura económica, de que hoy se halla en pésimas condiciones. Y esa memoria se remontó en mí, inmediatamente, a 1962, cuando comenzó a celebrarse la aparición de SMI, que tendría lugar, por primera vez, a partir de enero de 1963.

El impulso, entonces, se debió al vínculo establecido entre el Ministro de Trabajo, Jesús Romeo Gorría y las medidas de cambio radical de la política económica, seguidas desde el 25 de enero de 1957 por el nuevo ministro de Hacienda Navarro Rubio, y el también nuevo ministro de Comercio, Alberto Ullastres, sustitutos, respectivamente, de Gómez de Llano y Arburúa. Esta alteración del Gobierno, se dio igualmente con la sustitución del ministro de Trabajo, José Antonio Girón, por Fermín Sanz-Orrio quien enlazó con el Ministro Secretario General del Movimiento, Solís, con el Secretario del Consejo Nacional de Economía, Paris Eguilaz, así como con elementos de la llamada, en ese momento, OSE (Organización Sindical Española), para oponerse al programa económico de reforma planteado por Navarro Rubio y Ullastres, con pronto añadido de los puntos de vista derivados de López Rodó y sus equipo de economistas. Tuvieron lugar acontecimientos tan significativos como la petición que ese grupo opositor hizo al economista Francisco Torras, de un dictamen crítico del planteamiento que procedía, básicamente, del binomio Ullastres-Navarro Rubio, señalando Torras que ese modelo que se pretendía criticar, era el adecuado para España, por lo que fue inmediatamente cesado. Pero, como ministro de Trabajo Jesús Romeo Gorría, consulta, en la Secretaría General técnica, a los economistas que allí nos encontrábamos, uno de los cuales era Alfredo Santos Blanco, uno de los autores, para 1954, de la Tabla input-output de España; otro era yo, que pasé a ser Vicesecretario de Estudios del Ministerio de Trabajo. En ese momento, Romeo Gorría, para superar los problemas socioeconómicos y políticos derivados de los planteamientos, en política laboral, de Girón, decidió la conveniencia de implantar el SMI, por primera vez.

Inmediatamente, López Rodó decidió consultar, para el planteamiento adecuado que debería tener la política económica española –en una reunión que se celebró en las instalaciones de ENSIDESA, en La Granda (Asturias)–, a los economistas que directamente asesoraban en cuestiones económicas al Gobierno: desde Fuentes Quintana a Manuel Varela; desde Montoro, al Director del Instituto Nacional de Estadística, Cerrolaza; miembros del Servicios de Estudios del Banco de España, donde se había asentado Sardá, impulsado por Olariaga; sin olvidar los puntos de vista Estapé. Y, por lo que se refería a las cuestiones de SMI, yo fui el convocado en La Granda, entonces. El dictamen de todos nosotros se encuentra en los cimientos de aquella política económica que, desde 1960, surgió en España, y donde uno de los aspectos concretos era el laboral y el salario mínimo. Sobre todo esto, recuerdo unas declaraciones que entonces hice allí, a La Voz de Avilés, sobre esta cuestión del enlace del SMI con un nuevo planteamiento coyuntural. Naturalmente, por motivos políticos, apareció un contradictor, Gual Villalbí, con el que mucho peleó, concretamente, Varela Parache. Y surgió un colaborador nuevo, en la figura de Manuel Fraga, al pasar a ser Ministro de Información y Turismo. Comprendió –entre otras cosas, asesorado directamente por el economista Eduardo Del Río, así como por Fuentes Quintana y por mí–, el papel positivo extraordinario que se derivaba del sector servicios, y, concretamente, del turismo, generando además un impulso notable –como destacaría el catedrático Maluquer de Motes, en su libro España en la economía mundial. Series largas para la economía española (1950-2015), pág. 175–. Nunca se debe olvidar, por sus enlaces políticos sociales y económicos, a la industria de la construcción.

Por eso, en la citada obra de Maluquer de Motes, se señala que, al distinguir etapas de expansión de la economía española, es evidente que una de éstas, «con mucha diferencia», fue la de los años de la docena larga que separa 1960 de 1973, la del auténtico milagro español (pág.90).

Ahora, nos encontramos en medio de una crisis económica notable, tanto por lo que se refiere a la caída en la productividad, a los problemas del saldo de nuestro comercio exterior, a la pérdida de niveles ya alcanzados del PIB por habitante, a poseer máximos niveles de desempleo en el conjunto de la UE, y a lo que significa estar dentro del ámbito del euro, con un déficit auténticamente colosal del Sector Público, a más de amenazas de ampliación de la unidad de mercado español, como consecuencia del planteamiento efectuado y admitido por el apoyo legislativo al actual gobierno, de separatistas catalanes y vascos, y, simultáneamente, considerar que se debe plantear un nuevo SMI. Repito: ¿Hay algún enlace con aquello que creó «la España del milagro» en los años 60 y el nacimiento del SMI? Desgraciadamente, no da la impresión.