Partido Popular
Valencia como fetiche
Otra cosa es la realidad en una política española caracterizada por vuelcos en forma de goles dentro del tiempo de descuento
Lo menos deseable es que se acabase hablando de la convención de Díaz Ayuso, igual que la edición anterior, aunque por muy distintas razones tuvo mucho de convención de Cifuentes. Hoy sábado se cierra un cónclave por entregas en el PP preparado al detalle durante meses para situarlo como gran catapulta hacia la Moncloa en lo que será un tránsito nada exento de trampas sin excluir algún que otro tiro en el pie de esos que en ocasiones suele asestarse la derecha. La elección de Valencia para la traca final de la convención popular, no por poco imaginativa deja de ser un claro acierto. El PP puede recuperar, tras la travesía del desierto iniciada con el declive político de Camps y la desaparecida Barberá, un granero de votos y una gestión de gobierno a los que aspira Carlos Mazón, el emergente líder regional aupado en el congreso valenciano de su partido con un casi grosero 99´6 % de los votos compromisarios y aspirando con claras posibilidades al asalto de la Generalitat. Valencia siempre fue el gran fetiche de la ostentación, tanto de poder como de calor humano a cargo del Partido Popular y no es gratuito que esta convención vaya a tener traca final en la plaza de toros a la que se abarrotará en un intento por rememorar aquellas relativamente lejanas gestas del PP de Aznar en las que, dentro de una explosión de júbilo popular y manejo de presupuesto, se llenaba a reventar el estadio de Mestalla con la aparición estelar del mismísimo Julio Iglesias ofreciéndose a Aznar en el papel de telonero.
Otra cosa es la realidad en una política española caracterizada por vuelcos en forma de goles dentro del tiempo de descuento. Los populares perfilaban antes del verano y con las encuestas en mano una convención que surfearía a lomos de la ola demoscópica con la irremisible vuelta del PP al poder de la nación, escenario que ahora, arrancado el curso político, además de mostrarse más dudoso, presagia dieciocho meses muy largos hasta las próximas convocatorias electorales. Las encuestas a estas alturas aun no son estructurales y por ello lo que toca -presencia de líderes y ex líderes europeos o de nombres del partido Ciudadanos aparte- es un riego por aspersión de eso de lo que adoleció y luego sentenció al PP de Rajoy, como es la carga política…y, sobre todo, que se consolide como la convención de Casado.
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