Política
El falso valiente
Hay mentiras mil veces repetidas que no se convierten en dogma de fe para todos
En el congreso del PSOE de este finde, se presumía de que se oyeron en armonía voces diversas, algunas de ellas incluso humanas. Hubo gran ternura de palabras, conscientes de que, en conjunto, se agrada más por carecer de cualidades negativas que por tenerlas positivas. Si satirizo así la supuesta armonía es porque la lengua española nos permite dos tipos de sátira: la heredera del cinismo griego y la deudora del didactismo romano. La primera tiende al sarcasmo descarnado y la segunda, más constructiva, a la defensa de los valores tradicionales.
Colocados en el terreno de las tradiciones, es donde esa ansia de agradar desnaturaliza el rasgo principal del PSOE que siempre conocimos. Antes no tenía miedo de decir a los españoles lo que no les gustaba oír. Hoy en día, en cambio, el principal sambenito del partido es la mentira. Si la situación de los socialistas catalanes sirviera de metonimia, tendrían que reconocer que lo mejor que ha podido pasarles es librarse de aquellos apellidos burguesamente ilustres –de un progresismo supuesto desmentido por sus acciones– que adulaban a los nacionalismos. Ernest Maragall sería un ejemplo prototípico, con su tradicionalismo ultranacionalista de derechas. Parece mentira que una retórica como la suya pasara durante años por modelo de progresismo democrático, escuchándole defender por la radio que dar instrucciones a los jueces no es inmiscuirse en sus competencias. Es lógico que acabara en un partido al que, cuando no disimula, le asoma la vocación totalitaria. El reproche es que ya tardaba y con ese retraso contribuyó al confusionismo habitual de nuestro galimatías regional.
No hay nada intelectualmente más irritante que el iluso izquierdista que piensa que (más allá de sus diferencias ideológicas) el falso valiente de Goebbels siempre funciona en la práctica. Decía que una mentira, repetida mil veces, acaba pasando por verdad. Las debilidades de la ignorancia no siempre cumplen infaliblemente ese aserto. Hay mentiras mil veces repetidas que no se convierten en dogma de fe para todos.
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