Opinión

El autoexilio y el regreso de un rey

No beneficia en nada a la imagen de nuestro país que Don Juan Carlos no regrese. Cualquier contratiempo personal sería un desastre

Hace ya demasiado tiempo que Don Juan Carlos se impuso un autoexilio para impedir que su presencia en España fuera utilizada por los enemigos de la Corona. Durante varias décadas fue la persona pública más querida y respetada, pero desde el famoso elefante de Botsuana el escenario ha cambiado. Es un proceso enormemente injusto, porque sus errores personales no pueden eclipsar su extraordinaria labor al servicio de España. El propio rey reconoció sus errores y pidió disculpas, pero nunca es suficiente. Hay una izquierda desleal con la institución, porque quiere acabar con ella. La Monarquía es la barrera que impide un proceso constituyente y es bueno recordar que es lo que sucedió en 1931. Las elecciones municipales y la pérdida de apoyos en el Ejército y la Guardia Civil, entre otros factores, hicieron que Alfonso XIII renunciara a la Corona. El rey se había quedado solo y se abrió una etapa de permanentes enfrentamientos entre la derecha y la izquierda que condujeron a la Guerra Civil. Esto sucedió, además, en el convulso periodo que se vivió en Europa a partir del crack del 29 y la Gran Depresión. La acción revolución y contrarrevolución se vivió dramáticamente en España.

Los ataques contra Alfonso XIII fueron enormemente injustos y también transitó desde una gran popularidad, incluso, fue varias veces candidato al Premio Nobel. Es evidente que cometió errores, pero no incluiría su apoyo al pronunciamiento incruento del teniente general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, porque fue apoyado por los socialistas y los sindicatos. El régimen creado por la Restauración había entrado en una crisis irreversible y su desprestigio era enorme. No había líderes capaces de revertir la situación y la figura de Primo de Rivera era lo que deseaba una gran parte de la sociedad española con la idea de que era un tránsito a una renovación de las instituciones. La situación ahora es distinta, aunque se busquen paralelismos, y hay capacidad de reacción ante las crisis económicas gracias a las instituciones supranacionales como la Unión Europea o el FMI. Es algo que no existía en la Gran Depresión y la crisis de Wall Street arrastró a la economía mundial. Por tanto, a la izquierda revolucionaria, como es Podemos, le faltan esas condiciones económicas que podrían favorecer un cambio de régimen. El otro elemento clave es desprestigiar la institución y por ello utilizan los graves errores cometidos por don Juan Carlos.

La cuestión ahora es saber cuándo regresa a España poniendo fin a este exilio voluntario. Era evidente que acertó con esta decisión para impedir que fuera utilizado contra su hijo. El paso del tiempo ha permitido que se resolviera satisfactoriamente el tema de Suiza y, además, ha regularizado sus deudas con Hacienda, algo a lo que tiene derecho cualquier español. ¿Es justo que siga el proceso de destrucción de la figura de un gran rey? Creo sinceramente que no. Ha pagado muy caro con el dolor de los ataques que ha recibido y el desprestigio de su persona, a lo que se une vivir lejos de su patria. Este es un miedo que le acompañó toda su vida y al final acabó sucediendo. Todos los reyes de la Casa de Borbón desde Carlos IV han vivido en el exilio. El propio Alfonso XII tuvo que salir en 1868 con su madre, Isabel II, y regresó como rey tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto. Don Juan Carlos nació en Roma y llegó a España siendo un niño para iniciar sus estudios en el ambiente enormemente hostil del franquismo. Una parte importante del régimen no quería la instauración de la Monarquía en la persona del legítimo rey, Juan II, y preferían una república o a su primo Alfonso, cuando ya había sido proclamado sucesor por las Cortes franquistas.

Juan Carlos vivió muchos años en la incertidumbre sobre su futuro, aunque consiguió un cierto sosiego cuando Franco le entregó la Zarzuela como residencia oficial. Se había casado con la hija de un monarca reinante, cuando él era solo el hijo de un pretendiente sin que existiera ninguna seguridad de que pudiera alcanzar la Corona. La situación ahora es enormemente compleja porque quiere regresar a la Zarzuela, que ha sido su casa durante sesenta años y es donde vive su mujer. Es algo que incomoda al Gobierno, porque es también la sede de la jefatura del Estado. La solución sería que regresara de forma prudente y discreta, para vivir en una residencia oficial, como el Pardo, que no causara ningún problema. Lo que es indiscutible es que tiene que finalizar este autoexilio. Es bueno recordar que está a las órdenes del jefe de la Familia Real que no es él sino Don Felipe. Esta clave es fundamental para entender la realidad. No tiene autonomía y es muy consciente de ello. Es lo que sucedió con Don Juan en el momento es que renunció formalmente a sus derechos, por cierto en un acto absurdo sin la solemnidad que merecía, en el que el padre rendía el honor protocolario de rigor a su hijo que no solo era Rey de España sino también el jefe de la dinastía.

No beneficia en nada a la imagen de nuestro país que Don Juan Carlos no regrese, aunque es importante esperar el momento adecuado. Cualquier contratiempo personal sería un desastre y es bueno tener presente, además, que no está incurso en ningún procedimiento judicial. Hay que acabar con las mentiras, despropósitos y exageraciones que se dicen sobre su vida privada. Por tanto, tiene que regresar pero cuando lo considere conveniente el Rey de España y jefe de la Familia Real en una decisión donde es fundamental, también, el criterio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.