Antonio Garamendi

Las súper dietas de Garamendi

«Estoy tranquilo porque los 300.000 euros que recibe Garamendi no se corresponden a un sueldo, sino que son dietas»

Estaba convencido de que Garamendi cobraba un sueldo como presidente de la CEOE. Me parecía mal. A estas alturas sigo teniendo la idea romántica de que los empresarios no deben cobrar de las organizaciones patronales. Ahora estoy tranquilo porque los 300.000 euros que recibe no se corresponden a un sueldo, sino que son dietas. Es verdad que son unas super dietas que se complementan con los gastos de representación y la tarjeta de crédito. A la que tenga oportunidad abandono esa vulgaridad de la nómina por unas super dietas, aunque supongo que debe ser lo mismo con un nombre distinto. No había caído en la cuenta de que el presidente de la CEOE no puede ser el primer empleado de la organización patronal, porque quedaría algo chusco y habría que indemnizarle cuando dejara el cargo. Es verdad que es una cifra irrisoria para alguien que tiene 14 apellidos vascos, forma parte de la exquisita burguesía de Neguri y es un aristócrata por su matrimonio. Hace unos días propuse que le dieran el marquesado de la Sumisión y ahora me reafirmo reclamando que incluya la Grandeza de España. Es posible que haya sido algo injusto ahora que ha dado a conocer que se sacrifica por los empresarios y que no puede gestionar su enorme patrimonio familiar.

La nobleza titulada aumentó en el periodo isabelino con los burgueses enriquecidos con la Primera Guerra Carlista y las desamortizaciones. Es algo que había sucedido con monarcas anteriores y se repetiría con sus sucesores. Quevedo ya escribió que «poderoso caballero es don Dinero». Si dos Médici, Catalina y María, pudieron ser reinas de Francia, por qué no puede ser marqués. En lugar de estar molesto debería sentirse gratificado porque se le ayude a entrar por méritos propios en la Diputación de la Grandeza. Hacía años que no escuchaba o leía el término mansión. Me recuerda los pretenciosos palacetes de los nuevos ricos de mi querida tierra catalana o a la película «Lo que el viento se llevó». Hay que agradecerle que dedique su tiempo a la CEOE cobrando esas modestas dietas en lugar de disfrutar de su espectacular casona en el lujoso paseo de Zugazarte y su barco, así como gestionar su imperio empresarial y su abultado patrimonio.