Pablo Casado

Pedro, Pablo y el lobo

Sánchez y Casado escudriñan las encuestas que se publican, para encontrar una esperanza en que cobijarse. El socialista respira cada vez que un sondeo concluye que, pese a todo, resiste electoralmente, por su parte, Casado se fija en el deterioro creciente de la imagen del ejecutivo y confía en que el desgaste les lleve a la derrota.

De distinta manera, pero ambos utilizan el miedo a que Vox llegue al poder. Los dos intentan salir de las críticas que reciben zanjando con el riesgo que existe de que Vox siga subiendo.

Y la verdad es que a Vox todo le va bien. Da igual la controversia de que se trate, el despropósito o el peligro de sus afirmaciones, se han convertido en el partido contra la política, como antes fue Podemos e incluso Ciudadanos.

A Garzón le ha vaticinado la ruina por sus declaraciones hasta el propio Pablo Iglesias, primer apóstol de Podemos, sin embargo, está por ver que el candidato de Vox en Castilla León tenga desgaste electoral por sus ideas xenófobas y homófobas.

La izquierda debería cambiar la estrategia. Apelar a que viene el lobo es cada vez menos creíble porque el lobo ha empezado a dejar de dar miedo e incluso se ha convertido en la fusta con la que muchos quieren descargar contra el gobierno sus propias frustraciones.

El PP también pierde porque se diluye cada vez que Vox lanza un mensaje envenenado. Casado, el líder más miedoso que ha tenido el PP, coge aire y se esconde bajo las sábanas esperando a que el vendaval pase rápidamente. Al final, Vox le come la merienda día sí y al otro también.

A este ritmo, como en el cuento infantil, llegará el lobo y no solo se comerá a las ovejas, también al pastorcillo.