Accidente de tráfico

Un impuesto a la desdicha

El Gobierno gravará las indemnizaciones por accidentes. No creerían que les iba a salir gratis

Lo cierto es que tienes menos posibilidades de morir si enfermas de Ómicron que si coges la gripe de 2019, pero hacen su agosto los agoreros y los vendedores de sienes en las que posar la boca fría de un revólver. El BCE admite que quizás la inflación no sea tan transitoria como se pensaba, así que habrá cuesta de enero, cuesta de febrero, cuesta de marzo y cuesta de abril, cinco de mayo, seis de julio, siete de julio, San Fermín.

Una vez que establecidos los mecanismos necesarios para que el ciudadano pase por caja con motivo de cualquiera de sus alegrías, el Gobierno cree que ya es hora de ponerle un impuesto a la desdicha. En adelante, gravará las indemnizaciones de los accidentes de tráfico y si alguien se queda en una silla de ruedas tendrá que pagar por ello una parte del dinero que reciba a cambio; no creerían que les iba a salir gratis. Desde hace unos años, tienen que pagar si les toca la lotería y ahora también si dan dos vueltas de campana con el coche. De seguir así las cosas, los fiscalistas aconsejarán ir a estamparse a Panamá. El Gobierno anunció impuestos a los cochinos ricos y después prometió que no le iba a subir los impuestos a la clase media, pero no dijo nada de los parapléjicos.

También han puesto un precio máximo a los test de antígenos para que los avariciosos no se enriquezcan. Creen que es suficiente margen vender los test en tienda a 2,94 euros, pero la cosa es que el Gobierno los compra a tres. Cuando hay un problema, basta encontrar alguien a quien adscribirle la culpa. Hablamos del conocido chivo expiatorio, que ayer eran los empresarios y hoy son los farmacéuticos, que en realidad son unos santos.

Como si sobraran los test de antígenos, hay gente echando dentro zumo de naranja y colgando los vídeos en los que las frutas dan positivo. Creen que han descubierto una trampa en la que caen todos los cándidos ciudadanos, excepto ellos. Estos bulos se asientan en creer que uno ha descubierto algo porque es muy listo y el resto del mundo, claro, es muy tonto. En la mayor parte de los casos, el tonto es él.