Reforma laboral

Cacicada en el Congreso

«El chantaje socialista muestra que se han rebasado líneas rojas, porque el Gobierno se jugaba la legislatura»

Al final, el Gobierno consiguió convalidar el real decreto ley de la reforma laboral gracias a una escandalosa cacicada que produce estupor. La realidad objetiva es que el trámite se superó gracias al voto telemático de un diputado del PP que asegura que había votado en contra y que informó del error informático. Es una impresentable vulneración de un derecho fundamental que debería comportar la anulación de la votación y su repetición. El Gobierno debería ser el primer interesado en cumplir el reglamento del Congreso y despejar cualquier sombra de duda sobre un texto legal tan importante. El voto telemático comporta riesgos y se suponía que la resolución de la Mesa estableciendo el mecanismo de control permitía impedir que se vulneraran de forma irremediable los derechos de un diputado. El problema es que un solo voto es el que ha permitido esa esperpéntica aprobación. Ahora cabe esperar que el grupo popular emprenda las acciones legales necesarias para impedir que una norma irregularmente aprobada pueda entrar en vigor. En primer lugar, los letrados de las Cortes Generales tienen que expresar su opinión jurídica, ya que no se ha cumplido el requisito de la verificación del voto emitido.

Es evidente que el diputado popular estaba en contra de la convalidación del decreto y que no se atendió a su exigencia. Por tanto, no entiendo la euforia gubernamental. El disparate llega al extremo de que el presidente de UPN, Javier Esparza, exigió a los dos diputados que apoyaran una iniciativa que está en contra de lo que quieren los votantes de este partido. Es bueno recordar la independencia consagrada constitucionalmente. Por ello, hay que destacar el valor de los diputados Sergio Sayas y Carlos García Adanero que no se plegaron ante la insólita y oscura orden de Esparza. Esta imagen de mercadeo parlamentario es, simplemente, deleznable. El chantaje socialista muestra que se han rebasado líneas rojas, porque el Gobierno se jugaba la legislatura. Sin la cacicada que se vivió ayer hubiera sido muy difícil su continuidad, aunque no creo que la derrota hubiera hecho mella en la capacidad de resistencia de Sánchez. Es bueno que el PP no olvide la traición de Garamendi, que no está al servicio de los empresarios sino del Gobierno.