Cultura

Prejuicios

Que la salud mental maltrecha no es únicamente la del nuevo vecino que llega a ese portal. Es un poco la de todos nosotros

Al cierre de esta edición de LA RAZÓN, estamos en la dulce espera. En un rato empieza la entrega de los Premios Goya y esta vez hay sangre de por medio. Mi primo opta a un cabezón por su corto «Votamos» y quiera Dios que se lo lleve porque se lo merece. Se lo merece por ser el más outsider de todos los nominados en su categoría, por ser el más ajeno a la industria y por habérselo currado mucho más para tener visibilidad. Por ser el que más nervios tiene del globo terráqueo en este instante, por ser el más inconsciente con lo conseguido y al que más le pesa al mismo tiempo de todos los que optan al premio. Por haber tenido que prepararse para la victoria y para la derrota, por preparar su frustración y a la vez, prepararse para que, el lunes, si ya tiene el Goya, se encuentre con que no le suene el teléfono, con que nada cambie, con que los focos se los lleven otros. El éxito, esa cosa tan efímera, tan espumosa, tan peligrosa y tan relativa, eso que te roza y en vez de ser seda es un peligroso veneno. Pues así estamos, metabolizando las posibilidades, preparando el cuerpo para que toda la ilusión se pueda acabar esta noche, o se vaya acabando el lunes, cuando hay que volver a llenar la nevera y hacer los baños. Hasta para todo esto hay que acostumbrar el alma y la cabeza. El corto «Votamos» quizá no gane pero nos invita a hacernos algunas preguntas, que es la obligación de un corto. Votamos no habla solamente de salud mental. Es verdad que es oportuno y necesario que se ponga el acento sobre ese asunto, pero no sólo sobre ese. «Votamos» habla también de los prejuicios. Cambien a su gusto que el nuevo vecino de esa comunidad, en vez de tener una enfermedad mental, fuera trans, inmigrante o haya cumplido una condena por hurto. Y háganse la misma pregunta. Así que gane o pierda, véanlo y pongan en marcha ese ejercicio de imaginación y verán qué cosas más curiosas ocurren. Que la salud mental maltrecha no es únicamente la del nuevo vecino que llega a ese portal. Es un poco la de todos nosotros.