Premios Goya
Y el Goya es para Pedro Sánchez y Yolanda Díaz
Nadie esperaba que la gala fuera la del «No a la guerra»
Noche de glamour gubernamental antes de la de miedo que se espera para hoy en las urnas de la España vacía donde no hay modelitos de Christian Dior, al menos no tan desnudos como los de la alfombra roja. Veo a la modelo Nieves Alvárez, como una ninfa de Umbral, descorchar los laterales del pecho y concluyo que definitivamente es el año de la teta. Los chinos tienen que replantear su horóscopo. Habría que preguntar a la Junta Electoral si salir de Pedro el guapo en la jornada de reflexión con pinta de no haber probado una vaca influye o no en las elecciones de Castilla y León. Pocos reflejos. La gala debió celebrarse en Valladolid, pero quién iba a decir que Mañueco tenía preparada otra película. La izquierda se maneja bien en estos escenarios de lujo en los que triunfan las películas denuncia o de tramas sociales. El presidente del Gobierno y su desinflada vicepresidenta no necesitaban discursos porque su credo estaba en la pantalla. Las favoritas, «El buen patrón», el devenir de un vil empresario, como no podía ser de otra manera, pongamos que un Garamendi trasunto de Bardem, por decir uno cercano a la vicepresidenta, que seguro influyó en Yolanda Díaz, digo Bardem, cuando rumiaba su reforma laboral, que luego se quedó en cortometraje con muchos efectos especiales, y «Maixabel» o la historia de reconciliación entre víctimas y verdugos de ETA, una vestimenta para la utopía que relata Pedro Sánchez para que comprendamos el porqué del acercamiento de los presos, y es que, como en el filme, todos están arrepentidos, agradecidos y emocionados como Lina Morgan. Gracias por venir. Pedro Almodóvar y la memoria histórica de sus «Madres paralelas» remataban la agenda 2030. Salvo la anécdota de que la taquilla ha dado la espalda, todo muy correcto. Un relato de los relatos.
Al tiempo que Biden hablaba con Putin y España pedía que ni por la gloria de tu padre se acercara nadie a Ucrania, nadie esperaba que la gala fuera la del «No a la guerra». Así que los Goya fueron para ellos, Yolanda y Pedro (Sánchez), que nada tenían que perder aunque algún cómico les tirara de las orejas (qué bonita es la libertad de expresión cuando los guantazos son caricias).
La derecha no domina bien la pose en el photocall. No solo sucede aquí. Los Oscar es el reflejo demócrata de un país al borde de otra guerra. Así que, de nuevo, con todos mis respetos a los artistas, la madre de todas las fiestas se vivió desde esa atalaya donde se consagra la verdad revelada por la progresía.
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