Opinión
Putin como Kennedy con Cuba
Leo unas declaraciones llenas de sentido común y de conocimiento real sobre lo que está en juego en Ucrania con la tragedia humanitaria como protagonista derivada de la actual guerra. Las realiza el chino Lanxin Xiang intitulado como geoestratega y director del Instituto de Shanghai sobre Política de Seguridad. Una rotunda frase suya resume su opinión al respecto: «La invasión de Ucrania no tiene justificación, pero sí causas».
En efecto, tiene causas y desde el primer momento hemos tenido ocasión de comentarlas, denunciando la ampliación de la OTAN hasta rodear toda la frontera occidental de Rusia con los países que durante la Guerra Fría constituían el conocido como «Telón de Acero» soviético, es decir su zona de influencia o cordón de seguridad.
Esa ampliación significa que para la Alianza, Rusia es una amenaza igual a la que representaba antes la extinguida URSS. Este es el quid de la cuestión, ya que obliga a Rusia a tener que defenderse ante quien le considera como un enemigo. «No hagas a tu prójimo lo que no deseas te hagan a ti», expresa la que se considera como regla de oro o principio deontológico general, y es la base de códigos éticos, morales y legales a nivel internacional.
Conviene tener presente ese principio para juzgar lo que sucede, porque EEUU consideró inaceptable para su seguridad nacional que Kruschev colocara misiles en la Cuba de Fidel Castro en 1962, llevando al límite la tensión internacional con un bloqueo naval a la isla y amenazando con armas nucleares si era preciso. Juzguen lo que se viene haciendo desde la década de los 90, tras haber decidido rodear a Rusia mediante países que ahora se han situado en el otro bando, precisamente el de quienes la consideran como enemiga. ¿Cómo reaccionaria Biden si en su frontera sur con México o en la norte con Canadá se instalara material militar similar al que está en bases OTAN en dichos países?
Pues esa es exactamente la cuestión, de la que Occidente estaba advertido desde 1994, 1997 y 2004, fechas de las sucesivas ampliaciones que, junto con el deseo de Ucrania de asociarse a la UE en 2014, han significado para Putin atravesar una linea roja. El rechazo del prorruso Yanukóvich a firmar esa adhesión para no desairar a Moscú provocó la Revolución del Maidán, con Zelenski ahora tensando la cuerda, que ha acabado rompiéndose con la invasión.
Ahora la óptica de Rusia –y también la de China– es la de Kennedy entonces. No es admisible tener en sus fronteras bases militares de otra superpotencia. Es la regla de oro de la moral.
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