Refugiados

El éxodo de refugiados

«La ola de solidaridad es enorme, pero no sirve para paliar la realidad de una agresión brutal»

La cara más visible de la tragedia ucraniana es la impresionante avalancha de refugiados que huyen de su patria para salvar la vida. Estamos ante unas imágenes desgarradoras, que se producen, además, en las fronteras de la Unión Europea. Es evidente que cuanto más próxima es la catástrofe, golpea con mayor fuerza nuestras conciencias. La ola de solidaridad es enorme, pero no sirve para paliar la realidad de una agresión brutal contra un país soberano sin que hubiera mediado ninguna razón objetiva que la pudiera justificar. Estamos hablando de varios millones de personas que han tenido que salir precipitadamente ante el avance del ejército ruso. Han visto destruidas numerosas casas, comercios e industrias, así como infraestructuras. Ucrania retrocede varios años por culpa de Putin. Es difícil imaginar lo que significa abandonarlo todo para huir precipitadamente. La sensación de desnudez es absoluta, porque se pone en una maleta lo poco que cabe. Todos tus recuerdos y objetos, no importa el valor, se pierden, probablemente para siempre. En muchos casos se produce la destrucción de la vivienda por culpa de unas bombas que no buscan objetivos militares sino doblegar a un pueblo que quiere preservar su independencia.

Los ucranianos no quieren volver a ser una «república» soviética, como ocurrió en 1918 tras proclamar una efímera independencia. Este éxodo comporta quedarse sin medios de vida, salvo la generosidad de los países receptores y la UE. Un día tienes un trabajo y al día siguiente eres un refugiado sin oficio. En muchos casos, la profesión no sirve en el país de acogida, porque hay que acreditar o convalidar, depende cuál sea, para poder ejercerla. Las actividades manuales, dicho con todo el respeto, son más fáciles de ejercer, suponiendo que exista demanda. Pero las clases medias se ven condenadas a una beneficencia institucional, que es de agradecer, como es lógico, pero no por ello menos dolorosa y terrible cuando se recuerda lo que han tenido que abandonar. Hay títulos universitarios que no servirán, pero además está la barrera del idioma. Una cosa es estudiar o hacer turismo y otra muy distinta integrarse obligatoriamente porque tu país ha sido brutalmente invadido. La solidaridad es maravillosa, pero nunca se tendría que haber llegado a ella, porque los ucranianos tienen derecho a su independencia.