Animales

Ni los cerdos se llaman Putin

«Un parque natural de Baviera ha rebautizado por primera vez a un jabalí»

Hace tres años, llegó un nuevo jabalí al parque de vida silvestre Waldhaus de Mehlmeisel, en Baviera. Tenía origen ruso y era tres veces más grande que la especie germana, por lo que al ponerle nombre, la asociación mental fue rápida. «Se llamará Putin», como el presidente de Rusia. En las visitas guiadas por este parque de fauna local, los jabalíes, junto a los linces, son el gran reclamo. Cuando son avistados, los empleados del centro hasta los presentan por sus respectivos nombres y explican sus costumbres y particularidades.

Cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania el 24-F, «Putin» se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para el operador del parque natural, Eckard Mickisch. Ante la mera mención de «Putin», Mickisch se estremecía. Lamentaba su falta de originalidad al denominar al jabalí. Tampoco podía soportar la idea de que una familia de ucranianos visitara el parque y se sintiera incómoda al ver al enorme animal. A Alemania ya han llegado más de 320.000 refugiados que por cierto tienen acceso gratis al centro. Por lo que, por primera vez en la historia del parque, se decidió cambiar de nombre a un animal. Mickisch lo tenía claro, «ningún cerdo merece el nombre de este canalla inhumano». Entonces puso en marcha una campaña para rebautizar a este jabalí de 200 kilos. Recibieron miles de emails y no sólo desde Alemania. Entre las 2.700 nuevas opciones, todas bien documentadas y justificadas, hasta hubo nombres de españoles. A Mickisch le sorprendió la cantidad de personas que participaron en su iniciativa. Finalmente, aunque «Igor» y «Frederic» pujaban fuerte, ganó la opción de Hannes Ringelstetter, un cabaretero y cómico alemán, que propuso «Eberhofer». Esta vez, el puerco salvaje tendría un nombre apolítico en honor a un policía de una popular serie de libros bávaros.

En pleno revuelo mediático, quisieron hacer el bautismo por todo lo alto y ante las cámaras de televisión, pero Putin se escabullía, era muy huidizo. No ha sido hasta este martes cuando por fin se ha producido la ceremonia a la que también asistió Ringelstetter. Eberhofer, que normalmente se alimenta de gusanos y raíces, celebró su nuevo nombre rodeado por una tarta de mazapán y galletas decoradas con cerdos rosas sonrientes. Desde entonces, Mickisch duerme tranquilo, ya no hay ningún criminal de guerra merodeando por su parque.