Opinión

8 de mayo

El día de hoy, 8 de mayo, es una fecha muy presente en la Historia de Europa en general y de España y Francia en particular. En este día de 1945 es cuando se firmó la capitulación, o sea la rendición total y sin condiciones, del alto mando alemán ante los aliados, tras su derrota militar en la Segunda Guerra Mundial. La pequeña historia que rodeó esa ceremonia explica por qué Rusia –como antes la URSS– conmemora esa efeméride al día siguiente; es decir, mañana 9 de mayo, a diferencia del resto de Europa que la celebra hoy.

De hecho hubo dos actos de rendición, el primero el día 7 en Reims, que no satisfizo a Stalin, lo que motivó que el Comandante General aliado Eisenhower se desplazara a Berlín al día siguiente para cumplir con las demandas soviéticas. Y como esta segunda rendición se formalizó entrada la madrugada, y en Moscú era ya día 9 por el distinto huso horario, se explica la diferencia de fecha.

Para Rusia desde entonces el día 9 de mayo es el Día de la Victoria ante el nazismo en la «Gran Guerra Patria», con 20 millones de muertos, que se conmemora con un vistoso desfile militar en la Plaza Roja de Moscú. Por ello, se espera que ese día Putin haga algún anuncio de alcance respecto a la invasión de Ucrania ordenada por él.

En cuanto a España, son numerosos los acreditados historiadores y pensadores que consideran la fecha del 8 de mayo de 586 como la del bautismo a la fe cristiana de nuestra patria, ya que ese día el Rey visigodo Recaredo abjuró del arrianismo para profesar el cristianismo en el tercer Concilio de Toledo, lo que fue decisivo para la unificación de los reinos hispanos en la monarquía visigótica. Una ceremonia similar protagonizada por el Rey de los Francos Clodoveo en la Catedral de Reims el día de Navidad de 496, llevó a que la Santa Sede considerara a Francia como «La fille aîné de l’ eglise» –la hija primogénita de la Iglesia– y a España la segunda 90 años después.

También un 8 de mayo de 1429 sucedió un hecho trascendental para la Historia de nuestros vecinos galos. Ese día santa Juana de Arco levantaría sin violencia alguna el sitio de Orleans, al que estaba sometido desde hacía meses por las tropas inglesas, salvando la independencia del reino de Francia. «En los designios de la Providencia, no hay meras coincidencias», dirá san Juan Pablo II.