Opinión

Sánchez cruza su Rubicón

Es casi misión imposible pasar por alto lo que estamos viviendo en España a cuenta del denominado caso Pegasus, que está tomando unos ribetes cada día más preocupantes para nuestra seguridad, con consecuencias inimaginables para nuestra reputación internacional y autoestima nacional. Lo que comenzó como un episodio más del interminable folletín separatista, consecuencia inevitable de haber colocado en la «dirección del Estado» –Iglesias dixit– a los enemigos declarados de España como peaje para que Sánchez siguiera en La Moncloa, ha acabado convirtiéndose en una grave crisis política de final imprevisible.

De momento, la cabeza de la directora del CNI se ha servido en bandeja de plata a Pere Aragonès sin que sepamos el motivo real de semejante ultraje a la dignidad nacional. No hay caso ni causa que lo explique si, como se afirma, ese espionaje se realizó con la preceptiva autorización judicial, brillando por su ausencia la transparencia de la que blasonó Sánchez como argumento para su censura a Rajoy, aunque se trate de materias reservadas por la ley.

Hay ya demasiadas cuestiones conexas que exigen una explicación, como la más que probable posibilidad de que el Reino de Marruecos pudiera estar detrás de la intrusión del móvil de Sánchez. Ya fue objeto de intensa polémica en su momento que el presidente del Gobierno cambiara radicalmente la posición española sobre el Sáhara después de esa fecha de mayo del pasado año sin mediar explicación alguna al respecto y marginando a su propio Consejo de Ministros y al Congreso; pero el conocimiento sobrevenido de este espionaje «a su persona», hace obligado que se haga la luz sobre este turbio asunto sin dilación alguna.

Son ya demasiadas las líneas rojas que nunca debieron cruzarse para satisfacer el ego y el afán de poder del actual secretario general del PSOE y que su partido ha consentido, que comenzó cuando, aprovechando su debilidad por los 84 ínfimos diputados de que disponía, los enemigos de España y de sus instituciones le colocaron en La Moncloa como su virtual caballo de Troya para satisfacer sus intereses desde el centro del poder político español. Pero con este último episodio efectuado con el CNI, poniéndole a los pies de los caballos de las cohortes secesionistas en una inaceptable humillación, Sánchez ha cruzado el Rubicón que le va a desalojar inexorablemente de La Moncloa, y con deshonor.

Y todo eso sin contar los tejemanejes existentes entre ese secesionismo y el entorno de Putin, que está siendo investigado por la Guardia Civil como policía judicial a las órdenes de un juzgado barcelonés.