Andalucía

Espadas, cara de Gabilondo

Las cuentas para la recuperación de San Telmo ya venían arrojando números rojos ante el acuerdo con Bildu para sacar adelante las medidas anticrisis derivadas de la invasión de Ucrania

Lo saben en La Moncloa, en Ferraz, en los dos grupos parlamentarios socialistas y en los cuarteles generales de las renqueantes filas podemitas. Un descalabro de la izquierda como el que empieza a barruntarse en los comicios andaluces que aguardan dentro de 38 días dejaría muy tocadas de ala las posibilidades que aún baraja la guardia pretoriana de Pedro Sánchez para conseguir tras las próximas y tal vez no tan lejanas elecciones generales una suma suficiente que permita la continuidad en el poder.

Al candidato socialista Juan Espadas ya hacía tiempo que se le había puesto cara de Ángel Gabilondo teniendo en cuenta las expectativas demoscópicas de un PSOE andaluz, que empieza a recordar lo ocurrido a los socialistas madrileños alejados desde hace décadas del poder y sin levantar cabeza. Pero sobre todo no hace falta ser un lince para imaginar esa misma cara de Espadas contemplando la comparecencia de este martes en La Moncloa, a cargo de la ministra de Defensa Margarita Robles interpretando el «papelón» al que le obligaba la «sustitución» de la directora del CNI por la secretaria de Estado de Defensa en un patético ejercicio de derrape curva a curva para evitar la palabra «destitución».

Sánchez ha vuelto a pasar otro Rubicón de esos que amenazan puntualmente la estabilidad de la Legislatura y su sillón, pero el negocio, aun siendo momentáneamente rentable para los intereses de un Gobierno acosado por el ladrido independentista, dese luego no lo es tanto para los intereses electorales del socialismo andaluz, en una comunidad especialmente sensible a las concesiones desde Madrid hacia la periferia nacionalista. Las cuentas para la recuperación de San Telmo ya venían arrojando números rojos ante el acuerdo con Bildu para sacar adelante las medidas anticrisis derivadas de la invasión de Ucrania y sobre todo la inclusión en la comisión de secretos oficiales de los herederos políticos de una banda terrorista que segó la vida de 121 andaluces.

No es la melancolía socialista la única que embarga a la izquierda en esa comunidad teniendo en cuenta el fiasco por la imposibilidad de Podemos para concurrir a estos comicios por un «papelito» no enviado a su tiempo. Yolanda Díaz ya se ha ocupado de desmarcar a su «proceso de escucha» de todo lo relacionado con el «19-J», pero si se certifica la debacle en Andalucía, pocas plazas de tronío le van a quedar a una «caravana de escuchantes» todavía arrumbada y perezosa en los confortables hangares del poder.